El hallazgo de la grasa beige, capaz de quemar calorías y reducir los depósitos de grasa mala responsables del sobrepeso, supone todo un descubrimiento. Y despierta la esperanza de contar con una nueva vía para combatir la epidemia de obesidad que se está extendiendo por todo el mundo.
La revista Cell ha publicado un artículo que describe la existencia en adultos de una clase distinta de grasa, que también tiene la facultad de quemar calorías como la grasa beige, que cuenta con una importante ventaja respecto a su hermana, la grasa blanca, se puede inducir su actividad de forma más sencilla, por lo que tiene mucho mayor interés como objetivo terapéutico para combatir la obesidad, explica Francesc Villarroya, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Barcelona, y uno de los mayores expertos en la materia en España.
La actividad investigadora en torno a la grasa beige está en plena ebullición desde que se describiera en 2009 su presencia en personas adultas. Hasta entonces se consideraba que este tejido lo tenían solo los bebés para mantener la temperatura corporal. El hecho de que se encontrara en etapas más avanzadas del desarrollo, en la edad adulta, abría las puertas a su uso para combatir la obesidad y disparaba su atractivo entre científicos y laboratorios.
Pero para ello faltaba describir, los mecanismos por los que la grasa beige se activa y consume los depósitos de grasa blanca.
Hasta el momento se sabía que existía un tipo de grasa, la beige, que consumía calorías y combatía los depósitos de lípidos. Hace décadas que se conocía su existencia en roedores, después se descubrió en bebés y en 2009 varios investigadores anunciaron que también estaba en presente en los adultos.
La grasa beige también adelgaza. Pero mientras en los bebés las células adiposas buenas surgen del músculo, en adultos lo hacen de los propios depósitos de la grasa mala, donde se encuentran los precursores de la grasa beige.
Una hormona denominada irisina provoca la aparición de grasa beige en la grasa blanca, al activar las formas latentes de este tejido adiposo bueno.
Otras investigaciones han comprobado el mismo efecto con el frío u otras hormonas, como la FG21, que se produce en el hígado.
El estudio fue dirigido por el Dr. Bruce Spiegelman, del Dana Faber Cancer Institute, sostiene que, en realidad, lo que se halló en 2009 en adultos por tres grupos de investigadores no era la grasa parda de los recién nacidos sino otra, la beige.
Para ello, ha comparado los perfiles genéticos de ambos tejidos, y concluye que son distintos. Los dos tipos de células grasas tienen la facultad de quemar reservas de lípidos y cuentan con una presencia abundante de mitocondrias los orgánulos que aportan energía a la célula y que dan el tono beige a este tejido.
Los bebés nacen con esta grasa buena (la beige), mientras que en adultos, la aparición de la grasa beige se puede inducir. En este aspecto reside la importancia para el uso clínico del nuevo tejido descubierto: reacciona con relativa facilidad a determinados estímulos como el frío o algunas hormonas (por ejemplo la irisina), que incrementan la expresión de termogenina, poniendo en marcha el motor celular del consumo de calorías. Y todo ello con una efectividad similar al de la grasa beige de los bebés, por ello, sería mucho más fácil de usar.
En los últimos tres años se han descrito otras tres moléculas con este mismo efecto estimulante en la grasa buena, la hormona FG21, que se produce en el hígado como respuesta a la ingesta de grasa, pero una cosa es demostrar su eficacia fisiológicamente, y otra farmacológicamente, actualmente están en busca del fármaco adelgazante que active la grasa buena.