Se ha demostrado que existen elementos nutricionales y dietéticos que tienen relación con ciertas enfermedades.
Calcio y osteoporosis:
El calcio es uno de los minerales más importantes para los seres humanos el cuerpo lo utiliza para la formación y mantenimiento de huesos y dientes saludables. El calcio también juega un papel vital en la conducción nerviosa, la contracción muscular y la coagulación sanguínea.
La osteoporosis es una enfermedad en la cual el contenido de calcio de los huesos es muy bajo. En esta enfermedad, el calcio y el fósforo, que normalmente están presentes en los huesos, son reabsorbidos en el cuerpo, lo cual lleva a que se presenten huesos frágiles y quebradizos que se fracturan con facilidad.
La ingesta adecuada de calcio a lo largo de la infancia y la pubertad es una de las claves para prevenir la osteoporosis. Una persona que no obtenga suficiente calcio mientras esté creciendo no tendrá huesos fuertes. Así mismo, una persona de edad avanzada con una dieta de calcio baja también está en riesgo de desarrollar esta afección.
Las porciones dietéticas recomendadas sobre el contenido de calcio en la dieta están basadas en la edad, el sexo y los factores hormonales. Muchos alimentos contienen calcio; sin embargo, la leche y sus derivados siguen siendo la mejor fuente.
Fibra y cáncer:
La fibra dietética se encuentra en los alimentos de plantas en dos formas: soluble e insoluble. Las fibras solubles atraen el agua y se convierten en un gel durante la digestión, lo que produce un retraso de la misma y de la tasa de absorción de los nutrientes en el estómago y los intestinos, este tipo de fibra se encuentra en la cebada, nueces, semillas, legumbres, lentejas, garbanzos y algunas frutas y vegetales.
La fibra insoluble se encuentra en alimentos como el trigo, las verduras y los granos enteros; parece acelerar el paso de los alimentos por el estómago y los intestinos y le agrega volumen a las heces.
Se ha estudiado que una dieta alta en fibra reduce el riesgo de cáncer de recto, de colon, de ano.
Frutas, verduras y cáncer:
Comer más frutas y verduras ayuda a un buen suministro de fibra, vitamina A, vitamina C, betacaroteno y otros carotenoides, y sustancias valiosas llamadas fitoquímicos. Los estudios indican que una dieta alta en fibra y en estos nutrientes puede reducir el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de estómago, de esófago, colorrectal, de la laringe y el cáncer pulmonar.
La vitamina C y el betacaroteno, el cual forma la vitamina A, son antioxidantes y, como tales, protegen las células del cuerpo de la oxidación, un proceso que puede llevar a que se presente daño celular y que puede jugar un papel en el desarrollo del cáncer.
Además de los nutrientes que se necesitan para el metabolismo normal, los alimentos provenientes de las plantas contienen también fitoquímicos, químicos de las plantas que pueden afectar la salud humana.
Para obtener estos beneficios, se recomienda comer más frutas y vegetales que contengan vitaminas A y C, así como betacaroteno, incluyendo hortalizas de hoja verde oscura, como la espinaca, la col rizada, los berros, los nabos. Los cítricos como la naranja, las uvas y mandarinas también son ricos en antioxidantes. Otras frutas y hortalizas rojas, amarillas y naranjas, y los jugos naturales de frutas son una buena opción.
Fibra y cardiopatía coronaria:
Algunas fibras, especialmente las solubles, se fijan a los lípidos como el colesterol y los eliminan del organismo a través de las heces, reduciendo el posible riesgo de una cardiopatía coronaria.
Grasa y cáncer:
Una dieta alta en grasas puede promover el cáncer, haciendo que el cuerpo secrete más cantidad de ciertas hormonas que crean un ambiente favorable para ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de mama, uno de los tipos de cáncer influenciado por hormonas. De igual manera, las dietas altas en grasa pueden cambiar las características de las células, volviéndolas más vulnerables a los agentes carcinógenos.
Para reducir la grasa en la dieta, se deben seleccionar cortes magros de carne de res, cordero y cerdo, así como aves y pescados sin piel. Los métodos de cocinar que se recomiendan son hornear, cocinar al vapor, asar y hervir. Se deben seleccionar leche descremada o baja en grasa, productos lácteos y aderezos para ensaladas y condimentos bajos en grasa.
Grasa saturada, colesterol y cardiopatía coronaria:
Uno de los principales factores de riesgo de cardiopatía es la ingestión excesiva de grasas saturadas, una dieta alta en este tipo de grasas produce la acumulación de una sustancia suave y cerosa, llamada colesterol, en las arterias, lo que finalmente hace que éstas se endurezcan y se estrechen, esto produce un incremento de la presión en las arterias, así como el esfuerzo cardíaco para mantener el flujo sanguíneo adecuado en todo el cuerpo.
El exceso de grasa también aumenta el riesgo de cardiopatías por el alto contenido de calorías, e incrementa las posibilidades de ser obeso
Sodio e hipertensión
El sodio, comúnmente conocido como sal, es uno de los minerales que ayuda a la regulación de la presión arterial y juega también un papel en el funcionamiento apropiado de las membranas celulares, músculos y nervios. La concentración de este mineral en el cuerpo es controlada principalmente por los riñones, las glándulas suprarrenales y la hipófisis.
El balance entre la ingesta en la alimentación y la excreción renal a través de la orina determina la cantidad de sodio que usted tiene en el cuerpo. Sólo una pequeña porción se pierde a través de las heces o el sudor. Cuanta más sal contenga el cuerpo, más líquido retendrá el organismo y viceversa.
Los individuos con sensibilidad al sodio pueden experimentar hipertensión arterial por el exceso de sodio en la alimentación, los cambios en la dieta pueden ayudar a controlar la hipertensión arterial, el consumo de sal puede tener muy poco efecto en las personas que no sufren de hipertensión, pero puede tener un profundo efecto en los individuos sensibles a este elemento. La presión arterial a menudo se controla por medio de diuréticos que causan excreción de sodio en la orina.
Alcohol:
El consumo de alcohol aumenta los riesgos de cáncer hepático y cuando se combina con el hábito de fumar, aumenta el riesgo de cáncer de boca, garganta, laringe y esófago. Además, el consumo de alcohol está asociado con un aumento del riesgo de cáncer de mama en las mujeres.
El hígado procesa el alcohol y lo convierte en energía para el cuerpo, pero el consumo continuo y excesivo puede causar daño a este órgano en varias formas, incluso desarrollar una cirrosis hepática.
El alcohol puede causar daño al revestimiento del intestino delgado y del estómago, donde se digieren la mayoría de los nutrientes y como resultado, el alcohol puede deteriorar la absorción de los nutrientes esenciales.
El consumo continuo y excesivo de alcohol puede ocasionar un aumento en la presión arterial. Los problemas crónicos de adicción al alcohol pueden causar enfermedades en el músculo cardíaco. Además, existe una asociación entre el accidente cerebrovascular y el consumo excesivo de alcohol.
Nitratos y cáncer:
En los países donde las dietas se caracterizan por un alto contenido de alimentos curados con sal, con nitritos y ahumados, existe una alta prevalencia del cáncer estomacal y esofágico. Ejemplos de estos alimentos son la tocineta, el jamón, los perros calientes y los pescados curados con sal.
Se recomienda consumir los alimentos salados, ahumados o curados sólo de manera ocasional.