La forma en que se preparan y cocinan los alimentos y cómo se combinan unos con otros, resulta decisiva a la hora preservar o deteriorar sus efectos en el organismo. Los errores en la cocina siempre los paga la salud del comensal.
El pescado es bueno para el cerebro por su riqueza en minerales, las frutas y verduras son ricas en vitaminas y también en fibra que beneficia el intestino, el aceite de oliva contiene compuestos que protegen el corazón y las arterias, los lácteos son la principal fuente de calcio… Seguramente habrás escuchado o leído estos mensajes, que aluden a una serie de alimentos que con frecuencia los nutriólogos recomiendan incluir en la dieta.
Para aprovechar bien los alimentos hay que tener especial cuidado al elaborarlos y combinar los ingredientes. Los beneficios de los ácidos grasos omega 3 del pescado, que reducen el riesgo de enfermedades cardiacas, aumentan si este alimento se consume asado o hervido, en vez de frito, salteado o seco.
Los beneficios de los ácidos omega 3 presentes en pescados como el atún, pueden ser incluso mayores si se utiliza salsa de soya baja en sodio o tofu (requesón de soya) para guisarlos o condimentarlos.
Según un estudio de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, freír carne en una estufa de gas podría ser más nocivo para la salud que el uso de un sistema eléctrico, esto se debe a los humos que se producen, contienen partículas ultrafinas que absorben los pulmones y han sido clasificados como ‘probablemente carcinogénicos’ por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer.
Algunos alimentos contienen unas sustancias denominadas ‘antinutritivas’ que afectan la capacidad de asimilación de determinados nutrientes por parte del organismo. Un cocinado adecuado y un consumo no excesivo de estos alimentos, elimina o inactiva estos compuestos.
Según los expertos las espinacas o acelgas son ricas en oxalatos, por lo que al mezclarse con el calcio de la leche empleada en la bechamel, forman sales insolubles, limitando la absorción de este mineral.
Algo similar mismo ocurre al combinar un batido de leche, yogur u otro lácteo con fresas, albaricoques, cerezas, ciruelas o kiwi, los cuales que también contienen oxalatos.