5 alimentos que predisponen al infarto cerebral

Los alimentos o bebidas que dañan los vasos sanguíneos predisponen a un infarto cerebral.

No hay nada más aterrador e inesperado que sufrir un accidente vascular cerebral.  Esto sucede cuando un vaso sanguíneo o alguna arteria principal del cerebro se rompe o se ocluye por un coágulo de sangre, dejando a las células del cerebro sin oxígeno y nutrientes. El infarto o accidente cerebrovascular es la tercera causa de muerte en México, y afecta a más de 150,000 personas cada año. Aquí están cinco alimentos que causan el daño que puede producir un infarto o accidente vascular cerebral.

1) Carne roja

Los investigadores han sabido por mucho tiempo que las grasas saturadas en la carne roja aumentan el riesgo de infarto o accidente vascular cerebral y enfermedad cardíaca, derivado de una progresiva obstrucción de las arterias. Ahora se sabe que la hemoglobina, el ingrediente que da a la carne roja su alto contenido en hierro, puede representar un peligro específico para el desarrollo de un infarto o accidente cerebrovascular.  Investigadores han encontrado que la sangre se vuelve más espesa y más viscosa, como resultado del consumo de hierro, y esto eleva el riesgo de accidentes cerebrovasculares.

2) Embutidos y carnes procesadas

Los embutidos y las carnes procesadas son contribuyentes significativos al riesgo de infarto o accidente vascular cerebral por dos razones: 1) los procesos de preservación los llenan de sodio, y 2) el daño causado por los conservadores que se utilizan para evitar que los productos se descompongan.  Se ha demostrado que el nitrato de sodio y el nitrito causan daño directo a los vasos sanguíneos, haciendo que las arterias se endurezcan y se estrechen. Y, por supuesto vasos sanguíneos dañados y demasiado estrechos es exactamente lo que hay que evitar si se tiene predisposición a un derrame cerebral.  Además, a los embutidos se les relaciona también con un mayor riesgo de diabetes y una mayor incidencia de numerosos tipos de cáncer, incluyendo leucemia.

3) Refrescos de dieta

Aunque el remplazar las bebidas azucaradas por refresco de dieta puede ser una opción inteligente para mantener el peso adecuado, resulta que el refresco de dieta es probablemente malo para una persona cuando se trata del riesgo de padecer un accidente cerebrovascular. Un estudio de la Universidad de Columbia, presentado en la Conferencia Internacional de Accidente Vascular Cerebral, revela que el consumo de un refresco de dieta al día, incrementa en 48 por ciento el riesgo de desarrollar un ataque cerebral.

4)  Galletas, donas, y alimentos fritos

Muffins, donas, papas fritas, galletas saladas, y muchos otros productos de panadería con alto contenido de grasas trans, que permiten que los productos permanezcan sólidos sin refrigeración y que son muy populares en panaderías comerciales, así como alimentos que se fríen y de preparación rápida, como los aros de cebolla, papas fritas y pollo frito, son dañinos para los vasos sanguíneos.

Durante años los científicos han sabido que las grasas trans son peligrosas y contribuyen a bloquear las arterias.  También está demostrado que aumentan las concentraciones de lípidos y el colesterol malo en la sangre y reducen el colesterol bueno.

5) Sopas de lata y otros alimentos preparados

Aunque una sopa, espagueti de lata, o alimentos preparados congelados suenan saludables, la realidad es que no lo son.  Estos alimentos contienen altos niveles de sodio para incrementar el sabor y que se perciban como frescos.  Una lata de sopa es citada por los nutriólogos como uno de los peores contribuyentes para desarrollar un infarto cerebral ya que una lata de sopa de fideos de pollo contiene más de 1,100 mg de sodio. La recomendación de la  American Heart Association en cuanto al consumo de sodio es de menos del 1, 500 mg de sodio por día.

La sal o el sodio como se describe en las etiquetas de los alimentos, afecta directamente el riesgo de infarto cerebral. En un estudio reciente, las personas que consumían más de 4,000 mg de sodio por día tenían más del doble de riesgo de infarto cerebral en comparación con los que comieron 2,000 mg o menos.







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