Los resultados de un estudio dirigido por el Dr. Daniel F. Kripke, profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, sugieren que algunos de los somníferos habitualmente prescritos a pacientes con problemas de insomnio podrían acarrear severos problemas de salud.
Para realizar el estudio se sometió a observación a 10.500 personas que habían tomado pastillas para dormir de forma prolongada y se compararon sus casos con los de otras 23.500 que, sufriendo insominio, no habían tomado medicamentos.
El seguimiento de su estado de salud una vez superado su cuadro clínico y el contraste de los datos estadísticos demostró que el primer grupo tenía cuatro veces más probabilidades de morir prematuramente que el segundo.
Los problemas observados dependen de la cantidad de medicamentos ingeridos. Los pacientes que tomaron un número reducido de pastillas –menos de 18 al año, demostraron ser más proclives a la muerte prematura, aunque por una pluralidad de causas. Aquellos para los que las tabletas para el insomnio son rutina habitual, con una ingesta superior a las 132 pastillas anuales, están más expuestos al linfoma y cáncer de pulmón, de próstata y de colon.
El uso continuo de somníferos está totalmente contraindicado.
La sugerencia, es que los efectos secundarios devenidos de la medicación continua con somníferos, incluyendo algunos previstos en su posología, como la somnolencia diurna o el efecto sobre la memoria a corto plazo, pueden estar relacionados con las patologías complejas que muchos de los pacientes desarrollaron a largo plazo.
Muchos médicos prescriben este tipo de medicamentos como parte del tratamiento de problemas diagnosticados a la hora de dormir o para romper de forma puntual el ciclo del sueño. Por lo general, tomarlos de tres a cinco días ayuda al paciente a volver a adquirir hábitos de sueño normalizados, pero su uso continuo está totalmente contraindicado por el alto contenido de sustancias adictivas. También existe medicación basada en otros principios, como la melatonina o N-acetil-5-metoxitriptamina, que ayuda al paciente a que consiga a dormir y a que lo haga más en profundidad.
La mayoría de trastornos del sueño se solucionan al cabo de unos días
Otros médicos, no obstante, prefieren evitar la prescripción de somníferos siempre que sea posible. Es fácil para el paciente preocuparse por la privación del sueño e incluso empezar a experimentar serios problemas de fatiga durante el día, pero en la mayoría de los casos el propio cuerpo acaba cediendo al sueño al cabo de unos días.
Lo fundamental en estos casos es prever que tardaremos en dormir y no caer en la ansiedad si no lo conseguimos durante media hora o más. En muchos casos, la propia actitud del paciente contribuye de forma determinante a acabar durmiendo, para estos casos, los médicos recomiendan la denominada higiene del sueño: evitar tomar estimulantes como la nicotina, la cafeína o el alcohol, por ejemplo, o no ponerse frente a una pantalla de televisión o de la computadora inmediatamente antes de ir a dormir. Dormir es un proceso que para algunas personas requiere incluso una hora, que deben pasar en su habitación en silencio, oscuridad y cómodamente. Los resultados del estudio se publicaron en la revista británica BMJ Open.
La relajación guiada o sencillos ejercicios personales también ayudan a conseguir dormir sin tener que recurrir a las soluciones químicas.