El trastorno bipolar, también es identificado en medicina como la enfermedad maniaco-depresiva. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, afecta a 2 de cada 100 personas, en todo el mundo, suele manifestarse durante la adolescencia, sin embargo, también en la niñez aunque con menor frecuencia.
Se trata de un padecimiento caracterizado por cambios de humor extremos.
Las principales características de la enfermedad consisten en sentir por periodos determinados, sentimientos de felicidad manifestados como excesiva energía. A esta fase se le denomina «manía». Y en otros periodos, el paciente puede manifestar sentimientos de angustía, desolación, tristeza, a este periodo se le llama «depresión». Los estados de ánimo son intermitentes y no tienen una causa racional aparente.
Los síntomas de manía pueden incluir:
Sentirse muy irritable o enojado
Pensar y hablar tan rápido que la demás gente no alcanza a comprender su pensamiento
Insomnio
Sentirse muy poderoso e importante
Falta de concentración
Gastar demasiado dinero
Alcoholismo y Drogadicción
Tener sexo sin precaución para prevenir el embarazo o enfermedades venéreas
Los signos de depresión pueden incluir:
No tener interés o sentir placer al hacer las cosas que solía disfrutar, incluso el sexo.
Sentirse triste o indiferente
Llorar fácilmente o sin razón
Sentirse decaído o sentirse inquieto e irritable
Sentir que no vale la pena o sentirse culpable
Cambios en el apetito; cambio en su peso sin estar tratando de lograrlo.
Dolores de cabeza, de espalda o problemas digestivos
Problemas con el sueño o querer dormir todo el tiempo
Sentirse cansado todo el tiempo
Tener pensamientos suicidas.
El trastorno bipolar se debe a una alteración bioquímica a nivel cerebral, en los que se conocen como los neurotransmisores, que son las sustancias responsables de la comunicación entre las células del cerebro, llamadas neuronas.
También existe un compenente genético, pues se ha observado que tener antecedentes familiares del trastorno bipolar aumentan las probabilidades de manifestación.
Hasta ahora no existen pruebas sanguíneas o una prueba diagnóstica cerebral que determine el trastorno, el especialista se basa en una historia clínica completa del paciente así como la descripción de los síntomas mediante pruebas y test específicos, de esta forma se puede detectar la enfermedad y confirmar el diagnóstico.
El suspender o tomar medicamentos de manera inadecuada puede derivar en serias complicaciones.
Otros riesgos inminentes por las características de la enfermedad son el alcoholismo o la drogadicción.
Las relaciones personales, laborales y financieras pueden verse afectadas como consecuencia de la inestabilidad en las relaciones sociales.
El suicidio, es el riesgo más temido y lamentablemente el más frecuente en esta enfermedad.
El tratamiento debe estar a cargo de un Psiquiatra, y por lo general, se basa en la ingesta de medicamentos específicos para controlar los cambios de humor. Los estabilizadores del humor se usan para equilibrar los altos y los bajos en su humor, el medicamento antidepresivo puede ayudar a disminuir los síntomas de la depresión.
La terapia psicológica o psiquiátrica, es de gran ayuda para afrontar los problemas de la vida cotidiana así como las relaciones interpersonales.