Para algunas personas, la filosofía no es otra que entre más grande, mejor, pero trágicamente, para Claudia Aderotimi, el deseo por un trasero más curvilíneo la llevó a la muerte.
La estudiante, que vivía en el norte de Londres, viajó a Filadelfia para someter sus glúteos a inyecciones de silicona, pero murió tras sufrir dolores en el pecho y problemas respiratorios desencadenados por la operación. Los policías que investigan su muerte creen que la joven contactó a quien le suministraría el servicio a través de Internet y por medio de llamadas y mensajes de texto.
Aunque la inyección de silicona líquida para fines cosméticos está prohibida en Estados Unidos, existe un floreciente mercado negro que comercializa con la sustancia.
Algunos expertos del mundo del entretenimiento consideran que existe una gran presión para lucir como estrellas que se distinguen por tener traseros llamativos como Jennifer López, Nicki Minaj, Buffy Carruth y Beyonce Knowles. Eso hace que muchas jóvenes opten por las cirugías plásticas.
Algunos artistas buscan mujeres con «más curvas» cuando escogen a las bailarinas que forman parte de su video musical.
Las referencias al llamado «booty» (de» buttocks», que significa «nalgas») es una constante en las letras de las canciones de rap y hip hop. Beyonce Knowles incluso usó la palabra «Bootylicious«, una fusión de «booty» y «delicious» para reforzar la importancia de la cualidad. El término aparece en la nueva edición del Diccionario de Inglés de Oxford. Textualmente dice: con frecuencia referido a las nalgas: sexualmente atractivo, sexy, bien proporcionado.
Pero, no son sólo las jóvenes que están inmersas en la cultura del hip hop las que anhelan un trasero más grande. El número de procedimientos para incrementar el tamaño de las nalgas va en aumento y no discrimina edades.
De acuerdo con la Sociedad Estadounidense de Cirugía Plástica y Estética, en 2009, en ese país, se registraron más de 5000 procedimientos quirúrgicos de levantamiento de glúteos e incorporación de implantes en las nalgas. La Agencia de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) señaló que el número de casos que provocaron lesiones graves o incluso la muerte también ha subido.
El costo de la operación es inalcanzable para algunas mujeres: US$ 14,000, lo que pudiese estar llevando a que algunas escojan opciones más baratas, que pueden resultar peligrosas.
Muchas personas no cuentan con licencia para llevar a cabo estos procedimientos. Aplican las inyecciones en hoteles, departamentos y centros de belleza. Se trata de ambientes no esterilizados. Myra Mendible, una historiadora social, señala que diversas técnicas para aumentar el tamaño del trasero han formado parte del mundo femenino por años. Para los cubanos, un cuerpo voluptuoso es un signo de buena salud y de fertilidad. En el siglo XIX, las mujeres usaban polisones -unos armazones que se ataban a la cintura- para exagerar sus curvas. Sin embargo las personas con traseros grandes también han sido víctimas de ridiculizaciones y burlas en muchas culturas.
Uno de los ejemplos más estremecedores es el de Hottentot Venus, una joven africana que fue secuestrada y exhibida por Europa en la época colonial por tener nalgas grandes. Se trataba de un espectáculo casi monstruoso. La paseaban y la exhibían como un ejemplo de lo que hacía a las mujeres africanas diferentes. Actualmente los procedimientos, legales e ilegales, para aumentar el tamaño de los glúteos son más frecuentes entre las comunidades afroamericanas e hispanas y entre transgéneros.
El cuerpo de la mujer siempre han sido un indicio de las aspiraciones de la sociedad: la delgadez es preferida en los países capitalistas, mientras que las curvas amplias son más admiradas en lugares más pobres, donde la delgadez se asocia con pobreza.