La sordera se define como la falta total de audición. Se estima que afecta a uno de cada mil niños y a un 5 % de la población menor de 45 años. En el caso de los mayores de 70 años, su incidencia es del 30 %. En los niños pequeños, los signos que pueden indicar un problema de sordera son: Permanecen dormidos a pesar de que se producen ruidos cercanos, como el cerrar de una puerta, que alguien hable fuerte o suene música. Falta total de respuesta cuando le hablan otras personas o se generan sonidos en el ambiente, por ejemplo con juguetes musicales o sonajas. Retraso en el desarrollo del lenguaje, es decir, si a los 18 meses no articulan ninguna palabra, como mamá o papá. En caso de padecer un grado leve de sordera, el bebé no pronuncian bien las palabras. Las causas son variadas:
La sordera de nacimiento puede ser ocasionada por causas hereditarias o genéticas y puede afectar cuando uno de los padres la padece o cuando ninguno de los padres la presentan pero son portadores. También puede ser adquirida. Por ejemplo por infecciones durante el embarazo como la rubéola, toxoplasmosis, citomegalovirus, sarampión, varicela, herpes, o por la incompatibilidad del factor RH o cuando se presentan problemas en el nacimiento del bebé.
En otros casos puede ser causada por padecimientos como la Meningitis, Otitis o el Síndrome de Menier (aumento en el volumen o la presión del líquido en la zona del oído denominada Laberinto,), po:r problemas físicos como malformaciones del canal auditivo y del oído medio, tumores, la Otosclerosis y también el uso de algunos antibióticos contra la gripe o la faringitis y que se usan sin supervisión, así como por traumatismos o golpes, perforación del tímpano, cambios bruscos de presión en el oído o alteraciones en la Trompa de Eustaquio.
Dependiendo de la zona del oído afectada se denomina: De transmisión y se presenta cuando por enfermedades u obstrucciones queda afectado el oído exterior o medio, que son las vías de conducción del sonido desde el exterior.
* Sensorial o neurosensorial
Ocurre cuando se dañan las células ciliares del oído interno, ocasionando daños de leves a moderados, lo que ocasiona que la persona escuche algunas frecuencias más que otras.
* Mixta
Se presenta cuando hay daños tanto del oído exterior o medio, o incluso cuando hay daños en el sistema nervioso central o por golpes en la zona auditiva o en la parte del cerebro relacionada con la audición.
La detección se realiza mediante la elaboración del historial médico, a fin de determinar si existen antecedentes familiares, y se realiza una Otoscopía o examen visual de las estructuras internas del oído y dependiendo de la edad se puede utilizar un audiograma o examen de la audición a fin de medir el nivel de la afectación, una timpanometría, que mide la presión de los fluidos al interior del oído, así como una tomografía computarizada y una resonancia magnética a fin de determinar si existe daño a nivel cerebral.
En el caso de los infantes, la falta de detección y tratamiento de la sordera provoca que el niño no desarrollo el lenguaje, por lo que se corre el riesgo de que tampoco pueda hablar.
El tratamiento depende de la causa de la sordera.
Actualmente los niños con sordera congénita o adquirida, pueden ser tratados mediante los llamados “implantes cocleares” o con aparatos auditivos adecuados para el problema del niño. Asimismo, es importante que el infante que todavía no habla reciba enseñanza especializada basado en signos visuales a fin de que pueda desarrollar el lenguaje. La cirugía se recomienda cuando se trata de Otitis media o de Tímpano perforado,
Otra opción puede ser el uso de aparatos auditivos , en especial cuando se trata de un problema neurosensitivo, es decir que hay daños en las células del oído interno.