Un estudio científico a cargo del Dr. Steve Cole, miembro del Centro de Psiconeuroinmunología de la Universidad de California en Los Angeles, explica la relación entre los genes de acuerdo con la influencia del medio ambiente y del entorno social en el cual viven las personas.
Una investigación anterior había logrado probar que el sentirse solo altera el sistema inmune a nivel genético. Esto, hace que la persona corra más riesgo de sufrir enfermedades en las que la inflamación es un factor desencadenante, como en los males cardíacos, las infecciones y el cáncer.
Este estudio demuestra que el impacto biológico de la soledad influye en los procesos internos más básicos del organismo así como en la actividad misma de nuestros genes, explica el autor de la investigación.
Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de estudiar y comparar 22.000 genes humanos, y de comprobar que 209 transcripciones de los genes se expresan de manera diferente entre los dos grupos de personas: los solitarios y los que no lo están.
Entre los primeros, las alteraciones genéticas fueron tales que 78 de esas transcripciones aparecieron como sobreexpresadas, mientras que otras 131 o no se expresaban o estaban por debajo de los niveles normales.
Los leucocitos o glóbulos blancos de la sangre aparecían como remodelados, en quienes están y se sienten crónicamente solos.
Los cambios en la expresión genética dentro de las células relacionadas con el sistema inmune del cuerpo se vinculan de manera específica con la experiencia subjetiva que las personas tienen de su soledad. Y estas diferencias son independientes de otros factores de riesgo como por ejemplo el estado de salud, la edad, el peso y el uso de medicamentos.
Es en este punto donde se encuentra uno de los mayores logros de esta investigación: la demostración de que la sensación de soledad es más perjudicial que la soledad en sí misma.
John Cacioppo, psicólogo de la Universidad de Chicago y colega del Dr. Cole en la investigación, lleva años estudiando los efectos de la soledad sobre la salud en un grupo de personas que le permitieron hurgar en su vida social y sanitaria. Su trabajo muestra cómo las malas consecuencias en el organismo de los solitarios se acumulan con el tiempo y se unen al estrés.
El investigador afirma que esto es lo que baja las defensas y llama a las enfermedades tanto de origen externo (como una gripe) como interno (enfermedades autoinmunes de diverso tipo, aquellas en las que son las propias células del organismo de una persona las que enferman a esa persona).