El sarampión es una enfermedad muy contagiosa ocasionada por un virus de la familia de los Paramixovirus. Se transmite por vía aérea, cuando el enfermo tose o estornuda y las gotas que expulsa son inhaladas por otra persona.
Esta enfermedad afecta generalmente a los niños, pero también a aquellos adultos que no fueron vacunados, por el temor de sus padres a que sufrieran otros problemas de salud debido a la vacuna. En tanto, quienes ya lo padecieron, cuentan con los anticuerpos que genera su propio organismo y son por lo tanto, inmunes a una nueva infección.
Aunque en el pasado fué una enfermedad común, actualmente la mayoría de los casos se presenta en los países en desarrollo. Se calcula que cada año se producen 30 millones de casos.
Signos y síntomas
Los signos de esta enfermedad de presentan entre los 8 y 12 días del contagio y son entre otros:
- Fiebre
- Malestar general
- Tos seca
- Dolor de garganta
- Ojos rojos
- Pueden aparecer manchas blancas en la boca, o manchas de Koplick
- Posteriormente, de 3 a 5 días después de que aparecieron las primeras molestias, surgen ronchas rojas en la cara, tronco y extremidades, que generan comezón.
Un paciente puede transmitir la enfermedad desde varios días antes de que aparezcan los primeros síntomas. Y la enfermedad continúa hasta después de que han aparecido las ronchas o exantemas.
Diagnóstico diferencial
Hay enfermedades que tienen síntomas parecidos al sarampión. Por ello lo mejor es que el especialista recomienda el análisis de muestras de sangre a fin de detectar la presencia de anticuerpos contra este padecimiento.
De no tratarse a tiempo o de manera adecuada , el sarampión puede generar serias complicaciones, entre ellas infecciones del oído medio, laringe y tráquea. También puede ocasionar bronquitis, neumonía y en casos extremos, la encefalitis o inflamación del cerebro.
Dado que no existe un tratamiento específico contra este padecimiento, los cuidados se orientan a controlar síntomas como la fiebre y tos que son signos constantes en los pacientes. También se recomienda reposo y evitar el contacto con otros niños o con adultos, que no hayan sido vacunados ya que el sarampión es una enfermedad muy contagiosa.