En un nuevo estudio realizado por el Dr. Edward Gregg de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EUA, una de cada nueve personas con diabetes logró recuperar el nivel normal o prediabético de azúcar en sangre después de un año en un programa intensivo de dieta y ejercicio.
La remisión total de la diabetes tipo 2 sigue siendo muypoco frecuente, pero los autores opinan que cambiar el estilo de vida puede ayudar a suspender la medicación y reducir el riesgo de complicaciones diabéticas.
Desde hace mucho tiempo se asume que una vez que la diabetes aparece, no hay vuelta atrás, ni remisión ni curación, comenta el Dr. Gregg, pero el nuevo estudio recuerda que el cambio a una dieta saludable, un estilo de vida activo y el control del peso facilitará el manejo de la diabetes.
El objetivo original del estudio fue analizar si la intervención reducía el riesgo cardiovascular de los participantes, los resultados asociados con la diabetes coinciden con la disminución del peso corporal y una mejor aptitud física de los participantes del programa, comparado con un grupo de control que sólo concurrió a unas pocas sesiones anuales de consejería, según se publica Journal of the American Medical Association.
La Asociación Estadounidense de Diabetes estima que el 8% de la población del país tiene la condición. El nuevo estudio incluyó a 4.503 de esos diabéticos, que además tenían sobrepeso u obesidad, al azar, un grupo participó de un programa intensivo de consejería con el objetivo de que ingirieran entre 1.200 y 1.800 calorías por día y aumentaran la actividad física a tres horas por semana.
Al año, el 11,5% de ellos logró una remisión de la diabetes por lo menos parcial, lo que significa que, sin medicamentos, los niveles de glucosa en sangre se habían normalizado. Eso, comparado con el 2% del grupo de control, las personas con diabetes desde hacía menos tiempo, las que más habían adelgazado o las que mejor aptitud física habían adquirido eran las más propensas a lograr esa mejoría del valor de glucosa en sangre.
Fuente: Journal of the American Medical Association