Un nuevo proyecto en el Reino Unido y EUA intenta entender cómo piensan y qué sienten los niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Los investigadores del King’s College de Londres esperan que el estudio de las experiencias de estos niños puedan mejorar el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad psiquiátrica infantil que actualmente es muy desconocida.
El pequeño Corey Francis, de 10 años, hace un año fue expulsado de su colegio y desde entonces debe pasar cada día en casa de abuela mientras sus padres trabajan.
El niño fue diagnosticado con TDAH, igual que el 5% de la población escolar infantil del Reino Unido, y además sufre trastorno del espectro autista, como resultado de sus enfermedades es incapaz de controlar su enojo y tiene dificultad para concentrarse. Necesita mucho apoyo estructurado y supervisión, algo que, según su familia, el colegio no pudo ofrecerle.
Las experiencias de vivir con TDAH muestran las dificultades que muchos niños enfrentan para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuado, los que estaban siendo medicados se sentían más capaces de poder ejercitar el control. Incluso si ya no tomaban los fármacos habían aprendido estrategias para manejar su conducta.
El nuevo proyecto, basado en entrevistas con más de 150 niños en el Reino Unido y EUA que han sido diagnosticados con la enfermedad, intenta entender con más profundidad a estos pacientes.
La Dra. Ilina Singh, profesora de bioética y sociedad del King’s College, quien dirigió el estudio, afirma que se trata de dar una voz a los niños en el debate actual sobre los tratamientos farmacológicos con estimulantes para tratar la enfermedad, los medicamentos, como Ritallin y Adderall han causado grandes controversias, algunos críticos han expresado temores de que pueden causar daños y volver a los niños «robots o zombis».
El estudio ha encontrado que los fármacos, que se recetan para ayudar a reducir la hiperactividad y mejorar la concentración, tienen un impacto positivo en su conducta y capacidad para tomar mejores decisiones, en áreas de desarrollo moral no muestan evidencia de algún daño, esas suposiciones dañan a los niños más que los fármacos. El equipo entrevistó a niños de entre 9 y 14 años.
Aunque no todos estaban bajo medicación cuando fueron entrevistados, la mayoría tenían experiencias de haber tomado las medicinas en algún momento desde que fueron diagnosticados.
Quienes estaban siendo medicados se sentían más capaces de poder ejercitar el control, incluso si ya no tomaban los fármacos habían aprendido estrategias para manejar su conducta.
El Dr. Peter Hill, psiquiatra infantil y de adolescentes, afirma que no es tan controvertido decir que los medicamentos ayudan a los niños con TDAH, cada lineamiento sobre terapias dice que la medicación tiene que formar parte de todo el tratamiento. Es una parte importante del paquete, además de educar a las familias sobre TDAH.
Hay un debate sobre si debe usarse medicamento estimulante con los niños con TDAH, el experto explica que los estimulantes incrementan la cantidad de dopamina en el cerebro y ayuda a restaurar un nivel de funcionamiento normal. El mensaje es que los niños quieren más opciones de tratamiento, no se cuenta con terapias conductuales bien desarrolladas.
La meditación, terapia cognitivo conductual, ambientes de aprendizaje flexible y ejercicio físico deben formar parte también de los tratamientos, otro hallazgo importante en las entrevistas es que los niños a menudo no entienden su enfermedad o no sienten que puedan tener una conversación significativa con sus médicos.
El proyecto mostró que hay una diferencia notable entre las experiencias de los niños británicos y los estadounidenses con TDAH. En el Reino Unido el enfoque está en hacer que estos niños se comporten bien mientras que en EUA el énfasis está en lograr que tengan un buen rendimiento académico. Los colegios deben estar entrenados para identificar y llevar a cabo intervenciones de conducta apropiadas, pero algunos maestros provocan a los niños con TDAH, igual que los otros niños.
Más que ninguna otra cosa, lo que los niños como Corey desean es tener un tratamiento adecuado, regresar a la escuela y volver a ser «normal».