Como bien sabemos es habitual encontrar anuncios de productos que prometen la curación de problemas de salud de lo más variados, y ésto sin producir ningún efecto secundario.
A menudo, las autoridades reguladoras de salud llaman al orden a la industria y a los comerciantes por vender productos que en realidad tienen un efecto placebo. Estos placebos gozan de una gran popularidad entre el público.
Tal vez uno de los motivos por los que estos productos tienen tanta aceptación radica en que a menudo se anuncian como ausentes de efectos secundarios, lo que a menudo es correcto.
Por otro lado, los medicamentos convencionales como antibióticos, analgésicos, etc., pueden provocar molestias, tales como malestar gástrico, a pesar de funcionar aceptablemente bien.
Los Dres. Fernando Blanco, Itsaso Barberia y Helena Matute, investigadores de la Universidad de Deusto en San Sebastian, España, afirman que un sesgo cognitivo, es decir, un prejuicio que consiste en una interpretación ilógica e irracional de la realidad, es culpable de la mencionada preferencia del público por los remedios alternativos incluso a pesar de dudoso valor terapéutico.
Para comprobarlo, realizaron un experimento en el que unos participantes reclutados podían decidir si le administraban o no un nuevo medicamento a una serie de pacientes ‘virtuales’ aquejados de una enfermedad, en una especie de videojuego online.
Sin que los participantes fueran advertidos de ello, en realidad la medicina que estaban utilizando en el experimento era completamente inútil. El videojuego estaba programado para que un número elevado de pacientes se curara espontáneamente, independientemente de si había tomado la medicina o no.
Cuanto más se usaba el supuesto medicamento, más sobreestimaban su eficacia. Los investigadores observaron cómo el falso medicamento era utilizado en el experimento mucho más a menudo si se presentaba como ‘libre de efectos secundarios’, tal como ocurre en la vida real. El dato más interesante es que cuanto más se usaba el supuesto medicamento, más sobreestimaban su eficacia.
Muchos participantes acabaron creyendo que un producto sin valor terapéutico, fue muy eficaz para tratar la enfermedad en cuestión. Como consecuencia de este trabajo, los investigadores proponen que, para prevenir la creencia en medicamentos alternativos totalmente ineficaces, las autoridades sanitarias deben poner énfasis en el beneficio de usar medicamentos que han demostrado su efectividad científicamente, y no tanto en la levedad o ausencia de efectos secundarios, ya que esto último puede ocasionar que un placebo se perciba como medicamento efectivo.