El prurito crónico se define como el prurito (comezón) que persiste por más de 6 semanas, sus causas son múltiples, puede involucrar la piel completa (prurito generalizado) o áreas particulares, como cuero cabelludo, parte superior de la espalda, brazo, ingle (prurito localizado). La incidencia del prurito crónico incrementa con la edad. La condición es más común en mujeres que en hombres.
El prurito crónico se asocia con un deterioro de la calidad de vida, en un estudio reciente, el prurito crónico se mostró tan debilitante como el dolor crónico. Los trastornos del sueño y alteraciones del humor, incluyendo ansiedad y depresión, son comunes y pueden exacerbar el prurito.
El prurito crónico es característico de varias enfermedades dermatológicas (dermatitis atópica, psoriasis, liquen plano, y escabiosis) pero también ocurre en una variedad de enfermedades no cutáneas.
Las causas de prurito crónico pueden categorizarse en 4 grupos mayores:
Causas dermatológicas
Causas sistémicas (ej colestasis, enfermedad renal crónica, enfermedades mieloproliferativas, e hipertiroidismo).
Causas neuropáticas ( notalgia parestética -prurito de la parte superior de la espalda, prurito braquioradial, un prurito característico de los brazos, probablemente causado por pinzamiento de los nervios espinales).
Causas psicogénicas.
El prurito de cualquier tipo puede ocasionar cambios cutáneos secundarios al rascado, por lo tanto la presencia de cambios cutáneos no descarta una causa sistémica. La escoriación y dermatitis no específica puede enmascarar causas cutáneas y no cutáneas de prurito. En algunos casos, la causa subyacente es poco clara (prurito de origen indeterminado).
El prurito se origina en la epidermis y unión dermo epidérmica y se transmite por las fibras nerviosas C. Algunas fibras son sensibles a la histamina, pero la mayoría no. Un complejo juega entre las células T, mastocitos, neutrófilos, eosinófilos, queratinocitos y células nerviosas (con incremento de liberación de citoquinas, proteasas y neuropéptidos) que ocasiona la exacerbación del prurito. Las fibras C forman sinapsis con proyecciones de segundo órden en el asta dorsal, y la señal asciende en el tracto espinotalámico contralateral, con proyección al tálamo. Desde el tálamo, el prurito se trasmite a varias regiones en el cerebro que están involucradas en la sensación, emoción y memoria.
El primer paso en la evaluación del prurito crónico es determinar si el mismo puede atribuirse a enfermedad dermatológica o si está presente una causa subyacente no dermatológica
Para el prurito leve o localizado y para la xerosis, los emolientes tópicos son la primera línea de tratamiento. Dichos agentes probablemente reducen el prurito mejorando la función de barrera cutánea. La insuficiencia de la barrera cutánea es común en enfermedades cutáneas inflamatorias y se exacerba por el rascado, facilitando la entrada de irritantes.
Las soluciones con PH alto como jabones alcalinos incrementan la secreción de proteasas que pueden inducir prurito, debe evitarse su uso a favor de limpiadores con PH bajo (4.5 a 6.0). Si se presenta infecciones secundarias deben tratarse.
En la práctica clínica, los antihistamínicos sedativos (hidroxicina, doxepina, y difenhidramina) se usan generalmente como primera línea de tratamiento para el prurito. Sin embargo, los datos de ensayos aleatorizados son escasos para apoyar la eficacia de antihistamínicos en condiciones pruriginosas que no sean urticaria.
Las terapias de modificación del comportamiento, incluyendo técnicas de reducción del estrés que interrumpen el ciclo prurito-rascado, pueden complementar la farmacoterapia. Sin embargo, son limitados los datos de dichas terapias.
Se recomienda el uso de emolientes porque la sequedad puede agravar el prurito de cualquier causa.