La terapia electroconvulsiva se usa para tratar manías, catatonia, esquizofrenia y otros desordenes mentales. Esta terapia comenzó a usarse en los años 40 y 50; actualmente se calcula que alrededor de un millón de personas en el mundo reciben terapia de electroshock cada año.
Existen tres variables fundamentales en la aplicación de la terapia electro-convulsiva: la colocación de electrodos, la duración de la estimulación y las propiedades electrofísicas de la estimulación.
El electroshock activa las neuronas mediante un campo eléctrico, consiste en el pasaje de corriente a través del cerebro, con una tensión que oscila entre 70-400 v (voltios), y una intensidad de 200mA(mili amperios)-1.6A (1600 mA), y el tiempo de exposición es de varios segundos.
La electricidad despolariza las neuronas, generando una crisis epiléptica parcial, lo que hace que las neuronas liberen mediadores y factores tróficos, que originan la neurogénesis (creación de nuevas neuronas) en el hipocampo.
Después del tratamiento de electroconvulsión, se puede continuar con terapia a base de medicamentos. Los efectos secundarios de esta terapia incluyen amnesia, la cual en una minoría de pacientes puede ser permanente, y confusión, la cual generalmente desaparece a las siguientes del tratamiento.
El consentimiento del paciente después de conocer los riesgos de la terapia electroconvulsiva es un requerimiento habitual, el tratamiento involuntario no es común y se da sólo cuando se está ante un caso de vida o muerte.
En la mayoría de los países existe una estricta reglamentación para el uso de la terapia electroconvulsiva.
El electroshock ha sido centro de grandes polémicas, en la actualidad se cuestiona su calidad como terapia, ya que se ha probado que provoca daños cerebrales, pérdida de memoria, y disminución de la inteligencia. El cerebro puede recibir daño durante los tratamientos con electroshock, que incluyen hemorragias cerebrales, edema, dilatación de los espacios peri-vasculares, fibrosis, gliosis. Las convulsiones repetidas pueden producir síntomas negativos admás de la pérdida de memoria, como problemáticas emocionales, angustia, etc.