Tradicionalmente tenemos la idea que, en la pareja, la mujer es la parte afectuosa, y que es más bien el hombre el seco y reacio a demostrar cariño o a hablar de sus sentimientos.
Aunque esto puede ser cierto en algunos casos, hay relaciones en las cuales se da el caso contrario al extremo: él está encima de ella todo el tiempo, no deja de tocarla, abrazarla y acariciarla incluso en público y a pesar que ella puede decirle que no le gusta o que se contenga, sus palabras caen en oídos sordos. ¿A qué se debe esto?
Hay que decir primero que a la gran mayoría de mujeres les gusta que se les demuestre afecto al igual que a ellos. Sin embargo, todo tiene un límite. Si la mujer camina contigo cogida de tu brazo y te da un beso de rato en rato, estarás feliz.
Pero si ella se mantiene encima tuyo todo el tiempo e inclusive delante de extraños o en ocasiones no convenientes te pide que la beses, la abraces y no la sueltes, terminarás harto en poco tiempo.
Si un hombre no puede entender que su nivel de acercamiento físico para atraer a una mujer más hacia sí está más bien alejándola, pueden estar pasando dos cosas: o está muerto socialmente o no es muy inteligente. Y ninguna de esas características es muy atractiva para ellas.
El que un hombre o una mujer sea así de pegajoso tiene que ver más bien con su propia inseguridad, que puede ser superada, y ellas no considerarán como parte de su trabajo el tratar de sacarlos de esa situación.
Si te sientes identificado y piensas que tal vez podrías estar excediéndote en el nivel de demostración afectiva que tienes con tu pareja, debes saber que esa actitud, en vez de atraerla, puede hacer que ella replantee su necesidad de estar contigo. Lo mejor es que si dudas, le preguntes si alguna vez tus demostraciones de cariño la han molestado en algún momento. Ella te contestará con la verdad.