El bostezo, este simple gesto, tan contagioso como inconsciente, ayuda a enfriar el cerebro.
Hagamos un ejercicio de lo más sencillo: imaginen a alguien bostezando. O lean varias veces el título de este artículo. ¿Qué, ya están contagiados?. Lo mismo ocurre frente al sonido de un bostezo (aun para personas ciegas). Sí, es así de sencillo y misterioso: algo tan cotidiano como el bostezo encierra profundas preguntas científicas, desde para qué sirve y, sobre todo, por qué es tan contagioso. Adelantemos la respuesta: no se sabe.
Comencemos por el principio: cuándo, cómo y por qué. Seguramente estén pensando en que bostezar implica aburrimiento o cansancio, y no es necesariamente así (basta pensar que solemos bostezar al despertarnos, cuando se supone que estamos frescos para empezar el día). Bostezamos mucho, todo el tiempo y, según los experimentos, este gesto de unos 6 segundos de duración (en promedio) puede repetirse de 1 a 26 veces cada media hora.
La idea clásica era que el bostezo ayuda a llevar oxígeno al cerebro y así mantenernos alerta. Pero la ciencia vino a romper con esto cuando se demostró que en un laboratorio en el que se cambian los niveles de oxígeno o dióxido de carbono, bostezar no es sólo abrir la boca grande para que entre aire. Los movimientos son tan parte del bostezo como el bostezo en sí, y puede que ayuden a dirigir el flujo sanguíneo hacia arriba. También sabemos que el bostezo se controla a través de las áreas más primitivas del cerebro, y que es de lo más inconsciente. Incluso se ha notado que la falta de bostezo (como se observa en algunas enfermedades neurológicas) indica que algo anda mal. Tal vez el bostezo prepare al cerebro para estar listo para lo que venga cuando no hay otros estímulos simpáticos (al fin y al cabo, los atletas muchas veces bostezan antes de una prueba, los violinistas antes de un concierto, los paracaidistas antes de saltar). El bostezo ayuda no sólo a llevar sangre al cerebro, sino, sobre todo, a enfriarlo, se bosteza menos al respirar por la nariz, que lleva aire más frío al cuerpo. Lo cierto es que todos bostezan: los peces, los leones, los bebes. Alrededor del 50% de los adultos son bostezadores contagiosos, el contagio se puede dar de maneras sorprendentes, como ver una foto de un bostezador al que se le haya borrado la boca; sólo los ojos y la expresión general del cuerpo. Una posibilidad es que el contagio ayude a un grupo a estar sincronizado. En esto pueden estar involucradas las famosas neuronas en espejo, que se activan al imitar un movimiento y hay quienes las creen responsables de la empatía entre humanos.