Además de afectar a más del 70% de los adultos y asociarse con graves enfermedades como la diabetes y los infartos cardiacos, la obesidad desajusta nuestro reloj biológico, responsable de procesos como la regulación del sueño y la vigilia, o acelerar la función del metabolismo si comemos de día, o alentarla si lo hacemos de noche.
En la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias en el campus Juriquilla, en Querétaro, el Dr. en Ciencias Manuel Miranda Anaya, estudia en el ratón de los volcanes (Neotomodon alstoni), especie que desarrolla obesidad, la forma en que esta condición altera la capacidad natural del reloj biológico o circadiano, que rige buena parte de nuestra vida cotidiana.
Este animal es un modelo natural en el que la obesidad se desarrolla de manera diferencial, es decir, unos individuos sí, y otros no, y afecta más a las hembras. Al darles alimento sin límite, los obesos modificaron la organización de la actividad circadiana a lo largo del día, lo que afectó su patrón de sueño.
En el estudio, realizado durante los últimos cuatro años, encontró que las hembras obesas aumentaron, en mayor cantidad que los machos, las concentraciones circulantes de insulina y leptina, dos hormonas participantes en la regulación del metabolismo.
Entre otras funciones, la insulina es un regulador muy importante de la glucosa en sangre, y la leptina es una señal producida en el tejido adiposo o graso, que funciona como indicador de saciedad. Pero en la obesidad existe resistencia a la leptina, esto significa que la señal no llega a los centros cerebrales responsables de detener la actividad de comer. En el experimento, el ratón de los volcanes presentan esta resistencia, rasgo más común de lo pensado en humanos con obesidad acentuada.
El científico señala que tanto el sobrepeso afecta la capacidad de ajustar nuestro reloj circadiano, como los desajustes de este último podrían favorecer el desarrollo de la obesidad, es un círculo vicioso, y los mecanismos no quedan claros todavía, por lo que resulta necesario estudiarlos y comprenderlos. En el modelo experimental, los animales obesos presentan trastornos en su fisiología circadiana, y este desajuste propicia la desorganización paulatina de las funciones internas del organismo.
Algunas alteraciones, como dejar de dormir ordenadamente, favorecen conductas como comer de noche, fase en la que el metabolismo es lento. El interés principal del Dr. Miranda es comprender cómo el “reloj biológico” y el conjunto de ritmos circadianos se desajustan en un estado como la obesidad, casi todo desempeño de un ser vivo tiene una función de tiempo, una relación con la hora del día, que eficienta las funciones, es una organización tipo reloj que permite una mejor coordinación de los procesos fisiológicos.
Si esa coordinación se pierde o se debilita, se es propenso a desarrollar padecimientos. Por ello, la investigación sobre los mecanismos del reloj biológico pueden generar cuestionamientos para nuevos análisis sobre diabetes, insomnio, depresión y cáncer.
Este asunto no es trivial, pero lo obviamos porque estamos acostumbrados a seguir horarios arbitrarios. El campo de la cronobiología tiene una divergencia a múltiples áreas de la salud.