Las personas que han padecido maltrato, golpes en la niñez serían más propensas a desarrollar depresión, ansiedad y trastornos de la personalidad en la edad adulta.
Un equipo de Canadá estimó que el 2 a 7% de esos trastornos mentales serían por castigos impuestos en la niñez, excluidas las formas más graves de abuso y maltrato. El maltrato es traumático, pero lo importante es que hasta los hábitos de crianza peligrosos que no son clasificados como maltrato están asociados con los trastornos mentales, comenta la Dra. Lisa Berlin, de la Facultad de Asistencia Social de Universidad de Maryland en EUA.
El equipo de la Dra. Berlin sabía que alrededor de la mitad de los niños reciben palmadas como castigo, pero quiso saber qué ocurría con castigos más fuertes, como golpes y empujones. Para eso, analizó información del Censo de EUA, obtenida a través de una encuesta a 35.000 adultos del país.
Halló que el 6% de los entrevistados dijo que en la niñez había sido castigado con algo más que una palmada a veces, con frecuencia o muy frecuentemente.
Aquellos que habían padecido castigos físicos más fuertes tendían a ser más propensos a desarrollar distintos trastornos anímicos o de la personalidad o a consumir drogas o alcohol. Por ejemplo: el 20% quienes recordaron el castigo físico habían padecido depresión y el 43% había abusado del alcohol en algún momento, comparado con el 16 y el 30% , respectivamente, de los que no habían padecido golpes en la niñez.
Esto se mantuvo aún tras considerar los problemas familiares, incluidos los tratamientos mentales de los padres, además de la raza, el ingreso y la educación de los entrevistados. Las personas piensan que mientras no se cruce la línea del maltrato infantil y el castigo físico no pasa a ser un abuso, esos niños no tendrán consecuencias negativas en el largo plazo.
El equipo comenta que el castigo físico produciría estrés crónico en los niños. Eso puede aumentar la posibilidad de que desarrollen depresión o ansiedad en el futuro.
El castigo físico genera estresores crónicos, y a veces reiterado, para los jóvenes, ese tipo de estresores tienen un efecto negativo en el cerebro. Las enfermedades mentales como la depresión y la ansiedad, por ejemplo, son parcialmente genéticas.
El equipo concluye que dar palmadas o utilizar otras formas de castigo corporal producen una gran cantidad de efectos negativos y casi ninguno positivo, esos efectos adversos incluyen la agresividad y la delincuencia infantil, entre otros.
Fuente: Pediatrics