El jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Dr. Rafael Herranz, considera que las autoridades japonesas están actuando con rapidez a la hora de proteger a su población ya que, además de evacuar a los habitantes cercanos a la zona afectada, se han tomado las pertinentes medidas profilácticas, que incluyen la distribución de pastillas de yodo para protegerse de la radiactividad en caso de que ésta aumente.
De este modo, el yodo se acumula en la glándula tiroides e impide que el yodo radiactivo permanezca en el organismo, con el riesgo de cáncer que esto conlleva.
En el caso de que la radiación aumente y haya ciudadanos que puedan haber resultado contaminados, el protocolo de actuación está claramente tipificado como accidente radiológico, y en función de la dosis de radiación recibida los efectos secundarios varían.
Según marca el protocolo, estas personas son reubicadas en grandes superficies, generalmente estadios, donde se les practica una maniobra de visión por grupos, según la contaminación recibida. De este modo, las personas que resulten contaminadas rápidamente son aisladas.
Las personas afectadas con una dosis superior a un sievert –igual a un julio por kilogramo– pueden presentar lesión medular, que viene precedida de disminución en la producción de glóbulos rojos, leucocitos y plaquetas. Si la dosis recibida es superior a siete sieverts se producen cuadros digestivos, a nivel de intestino delgado. Si la dosis recibida es superior a los 20 sieverts se espera en el paciente la presencia de lesiones en el sistema nervioso central.
El Dr. Herranz ha destacado la manera en que las autoridades japonesas han comunicado las explosiones y las consecuencias que están generando, y ha considerado adecuada su actuación.