Se sabe que los habitantes de las grandes ciudades tienen más riesgo de sufrir estrés, trastornos de ansiedad y otras enfermedades mentales que quienes viven en el campo y las zonas rurales.
El ruido, la prisa, el tráfico y otros factores típicos de las zonas urbanas tienen un efecto en nuestra salud mental.
Pero lo que no sabía era cuáles son las causas biológicas detrás de la incidencia de estos trastornos de los citadinos.
Una reciente investigación encabezada por el Dr. Jens Pruessner, del Instituto Universitario de Salud Mental Douglas en Montreal, Canadá, y publicado en la revista Nature, revela que las regiones cerebrales que se encargan de regular las emociones y el estrés responden de distinta forma en los individuos que habitan en ciudades.
El riesgo de trastornos de ansiedad es 21% más alto en personas que viven en la ciudad y también tienen 39% más riesgo de trastornos del ánimo. Además, la incidencia de esquizofrenia casi se duplica en los individuos que nacieron y crecieron en las ciudades.
Estos valores son motivo de preocupación, y determinar la biología detrás de esta tendencia es el primer paso para remediarla.
El Dr. Pruessner y su equipo analizaron la actividad cerebral de voluntarios sanos que vivían tanto en zonas urbanas como rurales. Los voluntarios fueron sometidos a varias pruebas de aritmética desarrolladas específicamente para medir los niveles de estrés utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, para ver lo que ocurría en las distintas regiones de su cerebro.
Este hallazgo sugiere que las diferentes regiones cerebrales son sensibles a la experiencia de vivir en una ciudad durante distintos períodos a lo largo de la vida.
Los resultados mostraron que bajo una situación de estrés, los voluntarios que vivían en ciudades presentaban una mayor respuesta de la amígdala, la región cerebral que está asociada a la regulación de las emociones y el estado de animo. También se encontró que quienes habían crecido en zonas urbanas mostraban una mayor actividad en la circunvolución del cíngulo, la región cerebral vinculada a la detección de procesos negativos y conflictos, así como al estrés.
Estos resultados contribuyen a nuestro entendimiento del riesgo que presentan los ambientes urbanos para los trastornos mentales y la salud en general, y presentan la posibilidad de un nuevo enfoque para las ciencias sociales y las neurociencias y para que las políticas públicas respondan a los grandes desafíos de la salud en las zonas urbanas.
Los investigadores agregan que ahora será necesario llevar a cabo más estudios para ver como los diversos factores relacionados con el estrés de las ciudades afectan la salud mental de los individuos.
Se podrá analizar si factores como la disponibilidad de áreas verdes, la cultura y el tipo de vecindario, tienen un impacto en las diferencias que se observaron entre los habitantes de las ciudades.