La cirugía estética vaginal se está poniendo de moda. Cada vez son más las mujeres que buscan una intervención y casi siempre por razones puramente de apariencia, según un estudio encabezado por la Dra. Sarah Creighton, y publicado en la Revista Internacional de Ginecología y Obstetricia.
Los cirujanos tratan de disuadir a las mujeres de hacerse una reducción vaginal.
Se trata de una serie de técnicas destinadas a reducir el tamaño de los labios vaginales cuando resultan tan grandes que incomodan o cuando han sufrido desgarres, por ejemplo en el parto.
Las más habituales son dos técnicas: la vaginoplastia, destinada a reforzar los músculos de la vagina y a eliminar los tejidos laxos; y la labioplastia, que consiste en moldear los labios para retirar el exceso de tejidos. Por rejuvenecimiento vaginal se conoce a una combinación de ambas.
En el Reino Unido, uno de los centros que la practican, explica que la operación requiere de anestesia general y la paciente debe pasar una noche hospitalizada.
La naturaleza exacta de la operación depende del resultado esperado, pero incluye cortar los tejidos indeseados.
El estudio, el primero dedicado a medir los labios vaginales de las mujeres que quieren reducírselos con una cirugía estética, concluyó que la gran mayoría de las mujeres no necesitaba la intervención pues está dentro de patrones «normales».
La investigación estudió el caso de 33 mujeres británicas que habían acudido al médico para pedir una labioplastia y éste las había enviado a un centro especializado.
Es impactante, sobre todo porque están viendo mujeres que son realmente jóvenes que piden una cirugía que es irreversible y de la que se desconocen sus riesgos a largo plazo.
La Dra. Creighton considera que la demanda futura por la llamada «vagina de diseño» o reducciones labiales es potencialmente infinita.
Para la Dra. Creighton, las 2,000 operaciones pagadas por el sistema de salud pública británica son la punta del iceberg, pues en el sector privado es una industria que está viviendo un enorme boom.
Inclusive la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos, hizo un llamado a los médicos familiares a que sean más rigurosos a la hora de determinar si la mujer necesita el tratamiento.
El estudio de la Dra. Creighton constató que la mayoría de las mujeres enviadas por su médico a una clínica para una reducción labial habían dicho que el motivo para ir al médico era la preocupación por su apariencia.
Sólo la quinta parte de ellas tenía problemas de incomodidad. Y una llegó animada por un programa de televisión.
Un tercio había visto publicidad sobre la intervención antes de acudir a la consulta médica.
Tras el primer examen, la valoración del ginecólogo fue para todas de «genitales normales». Pero hubo tres que sí presentaban una «significante asimetría». Las otras 30 fueron rechazadas por el sistema público.
A todas las mujeres les ofrecieron sesiones con psicólogos clínicos para explorar los problemas que las llevaron a acudir al cirujano.
Pero doce de ellas se mostraron dispuestas a buscar una segunda opinión y adelantaron que considerarán acudir a un centro privado.
El Dr. Paul Banwell, de la Asociación Británica de Cirugía Estética, aclara que se trata de una operación que se justifica en algunos casos, particularmente cuando hay incomodidad.