Disputar un encuentro de fútbol aumenta el nivel de testosterona en un 30% lo que implica también el incremento del deseo sexual de los hombres, según un estudio del Dr. Ben Trumble del Laboratorio de Antropología Biológica y Biodemografía de la Universidad de Washington.
Los científicos descubrieron que el incremento en la hormona masculina se produce inmediatamente después que los futbolistas juegan, incluso una hora después los niveles eran 15% superiores, en los delanteros independientemente de qué edad tengan se registra el mismo aumento.
Los estudios realizados a deportistas muestran que su nivel de testosterona es notablemente superior al finalizar la actividad deportiva que al iniciarla, lo que claramente demuestra que la competencia eleva los niveles de agresividad. Por ejemplo, en los equipos deportivos de Nueva Zelanda, a menudo se puede observar como los participantes bailan la danza de guerra maorí, el haka, justo antes de empezar la competencia. Con esto se logran dos objetivos: provocar temor en sus oponentes y elevar los niveles de testosterona de los competidores. En muchos deportes hay animadoras precisamente con el mismo objetivo: elevar los niveles de testosterona de los jugadores y los seguidores. Los estudios confirman que la violencia de masas suele ocurrir en los partidos en que hay animadoras.