La intoxicación alimentaria ocurre cuando uno ingiere alimento o agua que contiene bacterias, parásitos, virus o toxinas producidos por estos microorganismos. La mayoría de los casos de intoxicación alimentaria se dan a raíz de bacterias comunes como estafilococo o escherichia coli.
La intoxicación alimentaria suele ocurrir por comer o beber: alimentos preparados por personas con una mala higiene, empleando utensilios de cocina contaminados, vegetales crudos no adecuadamente desinfectados, lácteos o carnes que permanecieron largo tiempo fuera de refrigeración o que su caducidad se ha rebasado,
Muchos tipos de microorganismos pueden causar intoxicación alimentaria. Entre las bacterias más comunes se encuentra el vibrium cholerae, escherichia coli, listeria, estafilococo dorado, salmonela y shigella.
Los síntomas de los tipos de intoxicación alimentaria más comunes generalmente comienzan al cabo de 2 a 6 horas después de ingerir el alimento. Ese tiempo puede ser más largo o más corto, dependiendo de la causa de la intoxicación alimentaria.
Los posibles síntomas suelen incluir nauseas, vómito, diarrea, fiebre, dolor de cabeza y malestar general intenso. Es posible que la persona requiera de hospitalización deshidratación y complicaciones severas.
El diagnóstico se confirma mediante estudios de materia fecal para buscar bacterias (coprocultivo) o parásitos (coproparasitoscópico).
La clave del tratamiento radica en evitar la deshidratación mediante la administración de líquidos, generalmente por vía endovenosa (suero) cuando existe vómito y diarrea intensos.
Cuando se trata de microorganismos altamente agresivos, como salmonella tiphy (fiebre tifoidea) se requiere de antibióticos y en el caso de parasitosis, de la administración de medicamentos antiparasitarios.
Evitar la deshidratación es fundamental, ya que ésta puede llevar incluso a la muerte, sobretodo en infantes.