Nexavar es un medicamento utilizado para combatir el cáncer de hígado y riñón patendado por la compañía farmaceútica alemana Bayer, problema es que cuesta US$ 5.600.
Por ello India, considerada como «la farmacia del mundo en desarrollo», por la producción de genéricos de calidad a bajo costo, autorizó esta semana a la compañía de genéricos Natco Pharma a producir y comercializar el mismo medicamento bajo el nombre de Sorafenat por menos de US$200.
Según las leyes indias sobre patentes, el gobierno puede emitir una licencia obligatoria con la que permite la fabricación de genéricos (medicamentos identificados por el nombre de su principio activo, mucho más baratos que sus equivalentes con marca registrada) en caso de emergencia sanitaria. De esta manera, los fabricantes de genéricos pueden copiar productos patentados pagando un pequeño derecho al laboratorio que tiene la patente, eso es algo que ha hecho el gobierno de Delhi terminando de esta manera con los derechos exclusivos de Bayer sobre Nexavar.
Al conocer la noticia Bayer se mostró decepcionada y dijo que podría desafiar legalmente la decisión. La industria farmaceútica en todo el mundo teme que este sea un ejemplo que se repita cada vez más, generándoles pérdidas multimillonarias.
Es la primera vez que se hace en India, otros países ya han emitido licencias a la patente de un medicamento argumentando razones de accesibilidad a los pacientes.
Brasil y Tailandia fueron los dos primeros países en adoptar la medida, después de que en 2001 la Organización Mundial de Comercio abrió la puerta a que los países pudieran saltarse las patentes de los medicamentos, permitiendo fabricar o importar genéricos en caso de crisis sanitaria.
El 4 de mayor de 2007, el entonces presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva firmó un decreto por el cual autorizaba a quebrar la patente del antirretroviral Efavirenz, un medicamento contra el SIDA, de la gigante farmacéutica estadounidense Merck.
Tras la firma, Lula da Siva declaro que «no es posible que alguien se haga rico con la desgracia de los otros». Ésta fue la primera vez que Brasil utilizó este recurso previsto en el acuerdo de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio (OMC).