No importa la edad, el sexo o el número de veces que se haya acudido al médico pediatra, se deben llevar a los niños a consulta con el oftalmólogo una vez al año, a fin de que se detecten a tiempo los principales problemas oculares.
Es fundamental cuidar la vista, uno de los sentidos más sensibles al paso del tiempo, mediante la prevención. Para ello hay que planificar las visitas regulares al oftalmólogo, que serán anuales en las primeras etapas de la vida y mensuales si hay que tratar un defecto visual. Un examen integral y periódico de la vista que incluya pruebas de agudeza visual, un estudio del fondo de ojo y otras exploraciones en función de la alteración a tratar previene enfermedades oculares graves y son la vía para frenar su evolución. Con este fin, los oftalmólogos descartan y tratan los posibles trastornos oculares de los niños.
En los niños más pequeños, a partir de los seis meses de edad, las visitas al especialista tienen como objetivo prevenir el desarrollo del ojo vago o ambliopía pérdida de visión en un ojo provocada por la falta de uso y tratar el estrabismo desde los primeros meses de vida. Durante la infancia pueden aparecer los primeros defectos refractivos o miopía (mala visión de lejos con una correcta vista de cerca), hipermetropía (problemas de visión a distancias cortas) y astigmatismo (se ven imágenes poco nítidas tanto de lejos como de cerca), causantes de una mala visión que puede dificultar el rendimiento académico.
Se estima que entre el 15% y el 30% del fracaso escolar se puede atribuir a problemas de visión. La mala caligrafía, las faltas de ortografía o la dificultad para leer pueden ser consecuencia de problemas de enfoque o de percepción, muy difíciles de detectar sin ayuda médica.
En l pubertad, las alteraciones refractivas son más acusadas, por lo que hay que acudir cuanto antes al oftalmólogo para compensarlas con gafas o lentes de contacto. A partir de los 18 años, los defectos refractivos comienzan a estabilizarse y se puede pensar en una solución definitiva para corregirlos, como la cirugía láser que no debe practicarse antes de los 21 años. Este tipo de alteraciones se diagnostican con un examen de rutina, con pruebas de agudeza visual que consisten en la lectura de una tabla a distancia, y un aparato, el forópter, en el que el oftalmólogo coloca y cambia las lentes mientras le pregunta al paciente cómo ve las letras. Es importante acudir al oftalmólogo sobre todo en esta etapa de inicio escolar.