El terrorismo es una práctica de grupos civiles violentos que pretenden mediante el uso planificado del terror, sembrar pánico en la sociedad mediante crímenes u otros atentados contra personas o bienes, y así desestabilizar a un gobierno o conseguir ciertas reivindicaciones.
La violencia que acompaña al terrorismo afecta a la salud pública y a los servicios sanitarios de manera importante, ya que aumenta la mortalidad, morbilidad y discapacidad de las poblaciones afectadas, genera un contexto de miedo y ansiedad en el que se vuelven muy frecuentes los trastornos psicopatológicos, altera gravemente el funcionamiento de los servicios sanitarios y produce importantes daños sociales, políticos y económicos.
Estos efectos del terrorismo son especialmente intensos cuando el fenómeno se produce de forma crónica en una comunidad. La Organización Mundial de la Salud ha señalado que, en este caso, los impactos sobre ámbitos específicos como son la salud mental o el nivel de desarrollo son especialmente graves.
La mayoría de los ataques terroristas producen un aumento en la demanda de atención sanitaria de emergencia, especialmente durante la fase aguda del incidente, debido al número de personas directamente heridas o afectadas. Pero también producen un aumento de la demanda de asistencia sanitaria a medio y largo plazo debido a las complicaciones o secuelas de los afectados por el incidente.
En general, el terrorismo no ha recibido la misma atención por parte de los especialistas que otros problemas tradicionales de salud pública como son las enfermedades transmisibles, el cáncer o la salud mental.