Hoy se celebra el Día Mundial de la Salud Hepática, el objetivo es concientizar a la población en general sobre estas afecciones ya que solo la hepatitis se presenta en 1 de cada 12 personas. El lema de la actual campaña mundial es “¿Soy yo el número 12?
Las enfermedades del hígado, pueden derivar en cáncer de hígado o cirrosis, que pueden llevar a la muerte.
La Organización no Gubernamental Alianza Mundial contra la Hepatitis (World Hepatitis Allience), hizo un llamado a todos los gobiernos del mundo para que tomen medidas y acciones más concretas en la detección y tratamiento de este tipo de enfermedades.
Existen algunos datos alarmantes sobre la hepatitis B y C que son muy importantes: Se calcula que casi 600 millones de personas en el mundo (1 de cada 12 individuos) están infectados con hepatitis viral crónica B o C, de los cuales, la gran mayoría, lo desconoce.
Hepatitis B
Las vías de contagio de la hepatitis B pueden ser sexual, transfusiones de sangre infectada o por agujas contaminadas. También se puede contagiar vía intrauterina, es decir, una madre portadora puede transmitirle el virus a su hijo durante la gestación.
Por lo general, la infección pasa desapercibida, aunque también pueden manifestarse ciertos síntomas como cansancio, ictericia o coloración oscura de la orina.
En México se detectan 12.000 casos de hepatitis B al año; de ellos, un 10% se convierten en crónicos y alrededor de 250 pacientes llegan a desarrollar un cáncer de hígado a causa de la infección, los expertos estiman que hay casi 400.000 personas afectadas en el país.
Hepatitis C
Las principales vías de contagio de la hepatitis C son con agujas contaminadas o transfusiones de sangre infectada; aunque en algunos casos, la enfermedad también puede contraerse por vía materno-fetal.
En la mayoría de los casos, la infección pasa desapercibida y, generalmente, cuando empieza a dar síntomas ya se ha producido una hepatitis crónica o una cirrosis. Se calcula que hay un millón de personas con hepatitis C, aunque las estimaciones hablan de un gran número de afectados que desconocen que son portadores del virus.
El tratamiento farmacológico es efectivo en muchos casos, y los pacientes consiguen recobrar la salud. Sin embargo, si el trastorno está muy avanzado y ha provocado daños en el organismo, la única solución es el trasplante hepático.
Tanto la hepatitis B como la hepatitis C provocan un aumento de los niveles de transaminasas (enzimas del hígado), por lo que a través de un análisis de sangre puede detectarse la existencia de la enfermedad. Por eso, la campaña contra las afecciones hepáticas, debe incluir la medición del nivel de transaminasas en los análisis de sangre rutinarios.