El herpes zóster, que algunos llaman la «varicela» de los adultos, puede darse en diferentes partes del cuerpo como el tronco, la cara o las extremidades. No obstante, sólo pueden padecer esta afección aquellos que previamente han estado enfermos de varicela.
El causante de esta patología es el virus varicela zóster, el mismo microorganismo que origina la varicela. Después de padecer la varicela el virus queda acantonado en los ganglios paravertebrales. Debido a diversos factores, se reactiva y comienza a multiplicarse en dichos ganglios, migra por las terminaciones nerviosas y llega a la piel.
El virus se puede reactivar de forma espontánea o bien en relación con situaciones de estrés, fiebre, radioterapia o inmunosupresión. La reactivación del virus depende en buena parte del estado inmunológico del paciente.
En situaciones de baja de defensas el virus se reactiva y se desarrolla el herpes zóster. No obstante, dicha reactivación se ve hasta en un 10 % de la población sana, sin alteraciones inmunológicas. En la mayoría de los casos no se encuentran alteraciones analíticas que expliquen dicha reactivación.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre el 10 y el 20 % de los casos de varicela, esta va seguida años más tarde de herpes zóster. La mayor parte de los casos de herpes zóster se producen después de los cincuenta años de edad o en personas inmunodeprimidas.
Se ha sugerido que los niños con herpes zóster y sin evidencia clínica de varicela previa hayan padecido la varicela intrauterinamente, contagiada por vía transplacentaria.
Por el contrario, si un adulto que no esté inmunizado entra en contacto con el virus varicela zóster, padecerá una varicela. Para estar inmunizado contra este virus es necesario haber padecido la varicela o estar vacunado. El virus varicela zóster tiene distintas puertas por las que entrar en nuestro organismo, puede hacerlo por vía aérea, por contacto muco-cutáneo y perinatalmente.
En personas mayores o inmunodeprimidas, el herpes zóster, la «varicela» de los adultos, puede presentar diversas complicaciones como neuralgia, parálisis motora, hepatitis, neumonitis o menigoencefalitis.
Al herpes zoster se le conoce coloquiallmente como culebrilla. Esto por el patrón de las lesiones cuando ocurren la espalda por ataque a los nervios intercostales. Sin embargo, puede afectar cualquier otro nervio. Afortunadamente existe una vacuna contra el herpes zoster. Se administra a partir de los 50 años de edad en dos dosis.