Enamorarse parece ser una gran herramienta contra el dolor físico ya que el amor romántico intenso reduce la percepción del dolor.
A dichas conclusiones llegó un estudio realizado por el Dr. Sean Mackey la Universidad de Stanford en EUA y publicado en la revista PLoS One. Cuando las personas están en la fase apasionada del amor, se presentan modificaciones importantes en su estado de ánimo que impactan en la experiencia del dolor.
Para llegar a dichas conclusiones los autores trabajaron con hombres y mujeres de edad universitaria que estaban apasionadamente enamorados. Estaban viviendo los momentos considerados más intensos de una relación, que suelen presentarse durante los primeros nueve meses.
Para inducir un dolor físico leve, los investigadores pusieron en sus manos un dispositivo que los exponía a temperaturas altas. Mientras tanto, un equipo de resonancia magnética funcional registró la actividad de sus cerebros frente al dolor en tres momentos diferentes: cuando miraban la foto de la persona que amaban, cuando observaban imágenes de alguien atractivo del sexo opuesto y cuando realizaban un juego de palabras diseñado para distraerlos del dolor.
Tanto las palabras de los voluntarios como las imágenes de su actividad cerebral mostraron que el dolor disminuyó fuertemente mientras miraban las imágenes de la persona que amaban. Ni la imagen de alguien atractivo ni las estrategias para distraer la atención lograron el mismo efecto.
El Dr. Mackey dijo que mirar la foto del ser amado activó el circuito de recompensa del cerebro, que incluye regiones como la corteza prefrontal dorsolateral, la amigada y el núcleo accumbens, entre otros. Estos son sistemas muy profundos y viejos de nuestro cerebro que incluyen a la dopanima, un neurotransmisor que afecta al humor, la recompensa y la motivación.
Los resultados sugieren que la activación del sistema de recompensas neural por medios no farmacológicos puede reducir la experiencia del dolor.