La osmidrosis o bromhidrosis -o simplemente mal olor corporal- es un trastorno que afecta a millones de personas en algún momento de su vida, si consideramos que nuestra piel, el órgano más grande y visible que poseemos, es el hogar de numerosas estructuras encargadas de producir grasa, sudor y cabello, y todos los olores asociados a ellos.
Unas de estas estructuras, las que producen sudor, son las glándulas sudoríparas. Y aunque aparecen en todo el cuerpo son más numerosas en ciertas regiones, como las axilas, las ingles, plantas de los pies, la frente y las palmas de las manos.
Nuestra piel mide, en promedio, unos dos metros cuadrados y en cada centímetro cuadrado del órgano poseemos más de 600 glándulas productoras de sudor. Esta transpiración está formada de 99% de agua y por lo tanto no tiene olor.
Como nuestra piel también es hogar de un gran número de comunidades de bacterias, el mal olor corporal se desarrolla cuando esos microorganismos entran en contacto con el sudor y se multiplican rápidamente. Las bacterias descomponen la proteína del sudor en ciertos ácidos que liberan gases, que son los causantes del mal olor.
Las personas que sudan en exceso pueden ser susceptibles al mal olor corporal pero en realidad el trastorno está vinculado al lugar del cuerpo donde ocurre el sudor y al tipo de glándulas sudoríparas involucradas, principalmente las glándulas apocrinas.
Por eso es más probable sufrir mal olor en las ingles, axilas, genitales, vello púbico y otras partes con cabello, detrás de las orejas y el ombligo.
La bromhidrosis es un fenómeno común en los adolescentes que atraviesan la pubertad, principalmente mujeres de entre 14 y 16 años y hombres de entre 15 y 17.
Pero también puede afectar a personas obesas, a los que consumen alimentos ricos en picantes y especias y a personas que sufren enfermedades como diabetes. La persona que tiene mal olor se acostumbra tanto a su propio aroma que a menudo es la última en notarlo.
Se sabe también que algunas personas son más susceptibles a detectar olores que otras. Y esto podría tener un componente genético.
Un estudio llevado a cabo en Israel encontró que un gen, llamado OR11H7P puede ser responsable de que algunas personas sean más sensibles a los aromas o al sudor mientras que otras no se dan cuenta de ellos. También descubrió que las mujeres son más sensibles a muchos más olores que los hombres.
La solución más simple para el mal olor corporal -y la principal- es mejorar la higiene personal. Báñese o dúchese regularmente, por lo menos una vez al día, recomienda el Dr. Robert Hicks, experto en medicina general y medicina genitourinaria del Hospital Kingston, en Inglaterra.
Debe usar ropa limpia todos los días. Lave su ropa con la temperatura más alta posible y séquela porque la bacteria puede sobrevivir en la ropa húmeda y producir sus olores característicos. Este consejo se aplica principalmente a los adolescentes porque cuando se “encienden” las hormonas se incrementa la producción de sudor corporal. Los desodorantes funcionan bloqueando temporalmente a las glándulas apocrinas y suprimiendo el crecimiento de bacterias en las axilas.
La mayor parte del año por lo general usamos calcetines y zapatos lo cual hace mucho más difícil que se evapore el sudor y esto a su vez provoca que las bacterias incrementen la producción de sustancias olorosas, de ahí que sea común el mal olor en los pies. Los pies también deben lavarse regularmente y secarse en su totalidad y si es necesario se pueden tratar con un talco antifúngico.
Evite usar zapatos muy cerrados o que lo hagan sudar mucho, como las zapatillas deportivas, y use calcetines limpios de algodón o mantenga el pie descubierto lo más a menudo posible
Para los casos de sudoración severa, un trastorno llamado hiperhidrosis, se están probando tratamientos como las inyecciones de la toxina botulínica (Botox) en la piel cerca de la axila, la extracción quirúrgica de algunas glándulas sudoríparas en la axila o la destrucción de los nervios que controlan el sudor en la axila.
También hay ciertas enfermedades que pueden ocasionar que la persona sude más, por ejemplo con el hipertiroidismo, durante la menopausia o con algunos trastornos renales o hepáticos.
Y pueden darse casos raros en los que la bromhidrosis es particularmente abrumadora o interfiere con la vida diaria del individuo afectado. Los expertos recomiendan que consulte a su médico si comienza a sudar en exceso durante la noche o durante el día sin ninguna razón aparente, si empieza a padecer “sudores fríos”, o si su cuerpo comienza a liberar un olor diferente.
Si el olor es similar a un aroma de frutas podría ser un indicio de diabetes o si el olor es parecido a la lejía o blanqueador, podría ser signo de algún trastorno renal o hepático.