En México, como en otros países, el chisme es una forma de violencia que puede causar serios problemas a quienes lo padecen. En algunos casos es utilizado como mecanismo de control social, discriminación por preferencia sexual o sometimiento de género, especialmente contra las mujeres, explica Verónica Vázquez García, Socióloga, especialista en Estudios de Género y Desarrollo Social investigadora del Colegio de Postgraduados.
Comenta que en México cuando las mujeres se organizan para tener proyectos como salir de casa, reunirse, viajar o hablar en público un mecanismo de control es empezar a hablar mal de ellas.
Se dice que no trabajan, que buscan hombres, que son infieles. Muchas se retraen y vuelven al espacio privado para que se deje de hablar. El chisme como instrumento de violencia ocurre en todos los niveles de las sociedades, aunque existen sectores que son particularmente vulnerables como los adolescentes y las mujeres de comunidades rurales.
La investigadora Vázquez García ha hecho varios estudios sobre la relación del chisme y la violencia de género, así como sus efectos en estudiantes de la Universidad Autónoma de Chapingo.
A la escuela, que ofrece sobre todo carreras relacionadas con la agricultura, asisten estudiantes de casi todo México lo que permitió al equipo de la investigadora tener un panorama más extenso del país.
Como parte del estudio se aplicaron varias encuestas. Uno de los resultados fue que los hombres y las mujeres son igual de chismosos. Y también, como en otros espacios, esta práctica puede convertirse en un mecanismo de sanción, algo que otros investigadores han encontrado en varios países.
Las víctimas del chisme pueden sufrir depresión, baja autoestima o problemas de adaptación, pero en sociedades fuertemente religiosas pueden tener consecuencias mayores.
Se empieza a decir que tal chica tiene novio y el padre no lo permite. A estas chicas las pueden hasta matar, en algunas comunidades,advierte la Socióloga Vázquez.
De acuerdo con investigadores y organizaciones civiles, los chismes pueden orillar a algunas personas a quitarse la vida. En México no hay estadísticas del número de suicidios cometidos por esta causa.
El contenido de los chismes es tan variado como temas aborden quienes los difunden, aunque los estudios han mostrado una mayor tendencia a intercambiar asuntos de índole sexual, apariencia física o desempeño profesional. Más allá de las opiniones negativas que pretenden dañar a algunas personas –una variante del chisme-, en algunos casos es un mecanismo para compartir información privilegiada que, de otra forma, no sería posible obtener.
El chisme se presenta en todos los estratos sociales de México, eso ocurre, por ejemplo, en instituciones donde no existen reglas claras de funcionamiento: la falta de comunicación interna se sustituye por las versiones contadas en pasillos. En otros casos, compartir datos que sólo unos cuantos pueden conocer permite crear grupos cohesionados, que influyen en la vida de quienes les rodean.
Se inserta en un mundo donde se ejerce poder. La sociedad está regida por relaciones de poder, y entonces puede ser una herramienta para aplacar o reproducir estereotipos, por ejemplo de orientación sexual o roles de género. Es cuando se vuelve violento.
El tema, va más allá que comentarios bien o mal intencionados, e incluso podría decirse que en México como en otros países, se parece a un conocido refrán popular: el chisme no es como lo pintan