La infancia es un período que se caracteriza por cambios y los niños deben hacer frente a los retos que suponen la superación de las transiciones de una etapa a otra. Son, precisamente, estos retos los que pueden convertirse en acontecimientos estresantes y poner en peligro el proceso normal evolutivo de un niño, desde el nacimiento hasta los 13 años, aproximadamente. Junto a estos sucesos normales por los que pasan los niños, existen otros sucesos vitales que acontecen para numerosos niños (aunque no para todos), y otros que son realmente excepcionales.
Tanto los padres, profesionales de la salud y profesores, así como las personas que están presentes en las relaciones del niño, deben comprender el estrés en los niños, para tener un mejor panorama de la salud mental del niño en la familia, relaciones sociales y el funcionamiento escolar.
Para reconocer el estrés en los niños, debemos estar alertas a cuatro aspectos muy importantes que nos orientarán tanto en la observación de los niños como en las formas para tratar de ayudarlos.
Los factores estresores que afectan al niño – ¿qué eventos o estímulos están estresando al niño?
La percepción del niño sobre los estresores – ¿el niño cree que no podrá hacer frente a los estresores?, ¿qué piensa sobre la posibilidad de controlar lo que le sucede? –
El impacto del estrés sobre las áreas de funcionamiento del niño: desempeño escolar, relaciones sociales y familiares, salud física.
El comportamiento que adopta el niño para ajustarse al estrés – ¿El niño estresado reacciona con comportamientos aleatorios? – ¿Qué tipo de patrón de conducta ante el estrés está adoptando el niño?
Estos elementos deben ser considerados como puntos clave para la investigación, la intervención terapeútica y la prevención.
Para definir lo que es el estrés, se pueden tomar como referencia dos enfoques:
.- El estrés como estímulo: la monotonía, el aislamiento, el trabajo continuo bajo presión de tiempo, el calor, el cambio abrupto de ambiente, etc., son condiciones estresantes cuyos efectos generalmente provocan en el niño reacciones de adaptación; estas reacciones pueden o no ser adaptativas.
.- El estrés como respuesta: el niño exhibe conductas que intentan adaptarlo al factor de estrés y externa diferentes reacciones que significan el uso de determinados mecanismos de defensa.
Muchas veces, los padres pretenden lo mejor para sus hijos y los someten a un programa de actividades que les briden el conocimiento y la formación que les va a exigir la sociedad moderna cuando sean hombres y mujeres adultos. En esa pretensión se puede olvidar la dosis necesaria de actividad física y recreación que necesitan los niños, que se constituyen en elementos fundamentales para el desarrollo emocional y social en ése período la vida. La realidad actual coloca a muchas familias en situación de que alguno de sus hijos padezca estrés infantil. La estructura familiar moderna carece de tiempo de interacción entre padres e hijos, llevando a los padres a vivir un proceso contradictorio, donde se autoculpan y además hacen sentir culpables a sus hijos, ocasionando una espiral de exigencia y responsabilidad a sus hijos, que puede terminar en una situación de estrés y ansiedad. Los maestros observan que muchos niños que van a las escuelas terminan pagando un precio muy alto, porque se sienten presionados para no frustrar las expectativas de sus padres ante un resultado negativo en sus evaluaciones escolares. Es muy importante que los padres estén concientes de que estas situaciones pueden hacer vulnerables a sus hijos de padecer estrés infantil.
El estrés es en general es una reacción del organismo ante situaciones muy difíciles o excitantes, que pueden ocurrir a cualquier edad, no es de extrañar que los niños puedan ser vulnereables de padecerlo. En un estado de estrés la armonía del organismo queda afectada y cada órgano empieza a trabajar en un ritmo diferente a los demás. Si esta situación perdura, puede alterarse el equilibrio (se pierde la homeostasis) y el organismo se debilita, quedando vulnerable para la aparición de diversas patologías. El estrés infantil es poco conocido, siendo difícil encontrar trabajos de investigación sobre el tema.
Una recomendación para los padres es pasar tiempo con sus hijos escuchándolos y entendiendo sus preocupaciones para encontrar una solución. Es fundamental que los padres no peleen frente a los hijos y no los culpen de lo que sucede a su alrededor. Cuando el estrés comienza a afectar al niño en su vida diaria: escuela, relación con sus pares, patrones de alimentación o sueño, es necesario consultar a un especialista; ya sea un psicólogo de niños o un paidopsiquiatra.