La expectativa de vida de una persona no está determinada por sus genes, es decir por cuánto tiempo vivieron sus padres, los hábitos que se incorporan y mantienen a lo largo de los años son los que impactan con mayor fuerza en el tiempo que alguien pasa en este mundo, concluye una investigación encabezada por el Dr. Lars Wilhelmsen de la Universidad de Gothenburg, en Suecia.
El equipo del Dr. Wilhelmsen, explica que cada persona incide en los hábitos de vida que determinan cuanto tiempo vive. Esto es positivo para el individuo y para la sociedad.
Las conclusiones del estudio se publicaron en el Journal of Internal Medicine.
La expectativa o esperanza de vida es un índice que mide la cantidad de años que se espera que viva una población dada. Según la Organización de las Naciones Unidas, este valor aumentó ya que era de 74,8 años en 2005 y subió a 75,2 años 2007.
Para investigar qué incide en la expectativa de vida, los autores trabajaron con 855 hombres nacidos en 1913. Entraron en contacto con ellos en 1963, es decir cuando tenían 50 años, y les realizaron un examen médico especialmente enfocado en su salud cardiovascular. Los voluntarios pasaron por nuevas revisiones de salud a los 54, 60, 67, 75 y 80 años de edad.
El Dr. Wilhelmsen observó que los hombres que no fumaban, consumían cantidades moderadas de café y tenían un buen nivel socioeconómico tenían más posibilidades de cumplir los 90 años. De hecho, el 13% de los voluntarios superó esta edad.
Estan abriendo terreno con este estudio. Muchos de estos factores habían sido identificados como importantes en las enfermedades cardiovasculares, mostraron por primera vez que tienen un rol en la supervivencia, generalmente se cree que un hombre o mujer con padres longevos tienen muchas posibilidades de vivir muchos años, pero la investigación sugiere que la mortalidad no está principalmente determinada por los genes. Los factores hereditarios no tienen un rol fundamental, el estilo de vida presenta el mayor impacto.