Un equipo de científicos de Dinamarca y Suecia dirigidos por la Dra. Juleen Zierath del Departamento de Cirugía y Medicina Molecular del Instituto Karolinska. han descubierto algo llamativo: la práctica de ejercicio físico puede generar cambios en el ADN, en apenas cuestión de minutos.
Aunque el código genético subyacente no se modifica, en las moléculas de ADN de las células musculares se producen cambios químicos y estructurales muy concretos, por ejemplo, pueden sumarse o restar marcas de grupos metilo en secuencias concretas y familiares de ADN.
El estudio, publicado en la revista Cell Metabolism, evaluo la influencia del ejercicio físico en el ADN de personas sanas aunque no habituadas a la actividad, las modificaciones epigenéticas del ADN en ubicaciones concretas parecen ser un componente básico de los beneficios fisiológicos del ejercicio.
Los músculos son muy plásticos, explica la Dra. Zierath, a menudo se afirma que somos lo que comemos, pues bien, los músculos se adaptan a lo que se hace, si no se utilizan se pierden y este es uno de los mecanismos que hacen posible ese efecto.
Los descubrimientos apuntan a que el ADN de los músculos esqueléticos extraído de una persona que ha realizado un ejercicio durante un periodo de tiempo corto posee menos grupos metilo que antes de comenzar el ejercicio.
Las alteraciones también surgen en zonas que ejercen como espacios de atraque para distintas enzimas denominadas factores de transcripción, éstas influyen en la estimulación de genes básicos para la adaptación de los músculos al ejercicio.
El ejercicio induce cambios en el músculo, por ejemplo un aumento del metabolismo del azúcar y las grasas, han descubierto que los cambios en la metilación son los primeros en producirse.
El equipo contrajo músculos en placas de Petri y descubrió una pérdida de grupos metilo, también expusieron los músculos a cafeína y descubrieron que se producía el mismo efecto pues esta sustancia inicia la emisión de calcio de forma que imita la contracción muscular producto del ejercicio.
El ejercicio es como un fármaco y para alterar nuestro epigenoma y disfrutar de una mejor salud no hay más que salir a correr.