Un equipo de investigadores de la Universidad Duke en Durham, Carolina del Norte, en EUA, examinó el cerebro de voluntarios mediante resonancia magnética funcional por imágenes mientras jugaban al póquer contra otras personas o contra una computadora.
Aunque muchas áreas del cerebro están dedicadas a tareas sociales tales como evaluar a otra persona, un nuevo estudio ha encontrado que hay una pequeña región del cerebro que maneja información asociada sólo con las decisiones durante interacciones sociales de ciertas clases. Específicamente, esta región se activa cuando encontramos un oponente importante y decidimos si engañarlo o no, como por ejemplo en el transcurso de un juego que requiere astucia y ocultar las emociones.
Un equipo de investigadores de la Universidad Duke en Durham, Carolina del Norte, en EUA, examinó el cerebro de voluntarios mediante resonancia magnética funcional por imágenes mientras jugaban al póquer contra otras personas o contra un ordenador.
Usando algoritmos informáticos para desentrañar qué cantidad de información estaba procesando cada área del cerebro, el equipo de investigación encontró que sólo una región cerebral, la unión temporal-parietal, maneja información que es exclusiva de la toma de decisiones contra el oponente humano.
En algunas manos de póquer, los sujetos de estudio cuentan con cartas pobres y son conscientes de su situación de inferioridad frente a su oponente. En tales casos, los investigadores probaron a captar señales cerebrales del sujeto en cuestión, a fin de ver si se generan en el cerebro señales que delatan que se disponía a lanzar un farol para intentar engañar a su adversario.
Los investigadores constatan que determinadas señales cerebrales, en la unión temporal-parietal, ciertamente delatan si el sujeto iría pronto de farol contra un oponente humano, sobre todo si a éste último le consideraba un oponente hábil. Sin embargo, y esto es revelador, al jugar contra una cmputadora, las señales en la unión temporal-parietal no predijeron las decisiones del sujeto.
El equipo de McKell Carter y Scott Huettel observó que, en general, los participantes prestan más atención a su oponente humano que al computerizado mientras jugaban al póquer, lo cual concuerda con la actitud social normal que cabe esperar de alguien cuando interactúa con otra persona.
Un mejor conocimiento sobre cómo el cerebro actúa al identificar a un competidor o un colaborador importantes servirá para profundizar en fenómenos sociales como la deshumanización o la empatía.