La ecología emocional es el arte de gestionar nuestros afectos (emociones y sentimientos) canalizando creativamente su energía para construir una vida más armónica y sostenible. Es un trabajo en equipo mente-emoción.
El concepto “eco” hace referencia a la importancia de que ambas vertientes trabajen integradas para que nos muevan a efectuar acciones de mejora en nuestra persona y en los demás y en nuestro entorno social. Incluye dos valores esenciales: la responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global.
La ecología emocional debe nutrirse de principios basados en valores éticos que nos orienten hacia el bien individual y social al mismo tiempo. Estos son los principios de la ecología emocional generales que la nutren:
1. Principio de unicidad: Nuestro gran error ha sido creer que pueda haber una humanidad ajena y desconectada del resto de seres vivos y de la naturaleza. No podríamos existir solos prescindiendo de los demás.
2. Principio de realidad: La realidad no es como nosotros deseamos que sea: es como es. El cambio se produce tan sólo cuando tomamos conciencia y aceptamos este principio aplicándolo a la situación presente.
3. Principio de libertad: Libertad es la diferencia entre dos monosílabos: SÍ y NO, escribió Octavio Paz. Todo lo que ocurre en nuestra vida comienza con una decisión ante opciones, y para elegir debemos poner en juego nuestra capacidad de discernimiento y otorgar a cada una el valor moral y emocional que le corresponda.
4. Principio de responsabilidad: Responsabilidad supone dar respuestas adecuadas a los retos individuales y colectivos que nos plantea la existencia. La propuesta de la ecología emocional es asumir la responsabilidad al 100% en lo que se refiere a lo que depende de nosotros y podemos controlar.
5. Principio de respeto: Respetarse a uno mismo para poder respetar a los demás. Respetar lo que merece ser respetado, adoptando las distancias adecuadas sin invadir territorios ajenos. Respetar la diferencia del otro, sin vivirlo como una amenaza a la propia existencia.
6. Principio de prevención: La gestión emocional debe basarse en el principio de prevención. Se trata de aplicar la prudencia, la visión anticipada, a las situaciones que vivimos a fin de que nuestra conducta se oriente a crear y nos aporte bienestar.
7. Principio de sostenibilidad: La sostenibilidad emocional comporta un uso equilibrado de nuestra energía permitiendo un flujo generoso de ideas, emociones, experiencias, conocimientos y vivencias y manteniendo relaciones basadas en la solidaridad y reciprocidad.
8. Principio de crecimiento paralelo: El equilibrio o desequilibrio interno se ve reflejado en las relaciones que mantenemos con nuestro entorno. Quien se relaciona bien consigo mismo también tiene la capacidad de hacerlo con los demás, y viceversa.
9. Principio de coherencia: En la coherencia reside nuestra verdad. ¿Cuántas veces pensamos de una forma, sentimos de otra y acabamos haciendo algo que no se corresponde ni a lo pensado ni a lo sentido? Cuanta más coherencia haya entre nuestro pensar, nuestro sentir y nuestras acciones, tanto más equilibrio, bienestar y libertad gozaremos.
10. Principio de acción: El principio de la acción nos anima a actuar en coherencia con nuestros valores personales. Nos reta: Si no lo haces, no lo exijas y no lo prediques; si no lo haces y crees que deberías hacerlo, acabarás viviendo en conflicto. Nuestras acciones nos definen.
11. Principio de conservación: la conservación es una estrategia unas mil veces más barata que la regeneración. Es importante tener en cuenta este principio en la gestión de nuestros afectos y relaciones. Antes de decidir eliminar algo o permitir su destrucción es necesario reflexionar sobre su valor. No debemos confundir conservación con la protección pasiva: el dejar las cosas en paz. Así no se preserva el estado existente de un espacio natural ni emocional como no se preserva un jardín. Todo fluye, algunas especies ganan, otras pierden, nacen, crecen, decaen, invaden, se imponen o son apartadas. Para conservar y preservar es preciso controlar activamente.
La ecología emocional ofrece un marco global y estrategias prácticas para la mejora individual, útil para incluir, ordenar y entrelazar muchas miradas y teorías que se han formulado desde diferentes disciplinas. En este macroplanteamiento ecosistémico, cada una de ellas puede hallar su lugar y, manteniendo su individualidad, entrelazarse y complementarse en forma de red. Así, el planteamiento base de la inteligencia emocional está incorporado, como también lo están aportaciones de procedentes de otras visiones y tradiciones filosóficas, psicológicas y científicas.