Investigadores de la Universidad de Salamanca han descubierto que existe una relación entre la discapacidad intelectual y diversos problemas físicos y de salud, como una menor masa ósea o una mayor predisposición a sufrir síndrome metabólico, que puede desembocar en diabetes, obesidad o algunas enfermedades cardiovasculares.
Después de fomentar la actividad física con un grupo de personas con discapacidad intelectual durante dos años para disminuir su dependencia y su sedentarismo, el objetivo del estudio fue medir si son factores que incrementan el riesgo de sufrir obesidad y osteoporosis o si, estos problemas están asociados a la propia discapacidad intelectual.
Para ello, en una primera parte de la investigación, ya culminada, se analizó la relación entre la discapacidad intelectual, la independencia funcional y la masa ósea.
Las personas con discapacidad presentan una masa ósea inferior y no se sabíA si era algo inherente a ellos o si se debía a que se mueven menos y tenían una independencia funcional menor, según ha explicó el Dr. José Ignacio Calvo Arenillas, de la Escuela de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad de Salamanca.
La investigación comparó a 77 personas sin discapacidad intelectual y 156 con ella y las diferencias se hicieron evidentes. Nos dimos cuenta de que eran más obesas, tenían menos actividad y menos independencia funcional.
Uno de los datos más llamativos es que hay una relación muy directa entre el grado de discapacidad intelectual y la densidad mineral ósea y a veces esto es independiente de la actividad física que hagan.
Quizá está relacionado con una menor producción en estas personas de factores de crecimiento y no se trate sólo de que su forma de pensar sea diferente, sino de que esto se relacione con problemas de orden molecular y bioquímico.
Pese a que también existe una influencia social y cultural que las puede hacer más sedentarias y obesas, los problemas de salud de las personas con discapacidad no se explican sólo por estos factores.
En los últimos años se ha apostado por la integración de los discapacitados intelectuales, al demostrarse que esa diversidad funcional, como se viene denominando en la actualidad, no influía en su capacidad de prestar una fuerza de trabajo a cambio de un salario, como hacen otras personas.
El objetivo es ver si estos cambios conllevan algún tipo de incidencia sobre la obesidad, la masa ósea y la independencia funcional.