Las personas obesas con diabetes tipo 2 que consumen mayores cantidades de fructosa (un azúcar simple) podrían tener niveles más altos de ácido úrico y una reducción en las reservas energéticas del hígado.
El ácido úrico alto o hiperuricemia se relaciona con niveles más bajos de trifosfato de adenosina hepática, un compuesto que tiene que ver con la transferencia de la energía entre las células, explican los científicos del Centro Médico de la Universidad de Duke, dirigidos por el Dr. Manal Abdelmalek.
Los investigadores, que publicaron su informe en la revista Hepatology, comentan que la reducción en la energía del hígado puede resultar en daño hepático entre quienes tienen una afección metabólica conocida como enfermedad del hígado graso no alcohólico y quienes están en riesgo de la afección. Enfatizaron que el público debe estar consciente de estos riesgos asociados con una dieta rica en fructosa.
Hay una alarmante tendencia y unas mayores tasas de obesidad, diabetes tipo 2 y [enfermedad del hígado graso no alcohólico] en los EUA, comenta el Dr. Abdelmalek. Dado el aumento concurrente en el consumo de glucosa y las enfermedades metabólicas, debemos comprender del todo el impacto de una dieta rica en glucosa sobre la función y la enfermedad del hígado.
La fructosa es un azúcar simple que se halla en las frutas y las verduras. También se combina con glucosa para fabricar el jarabe de maíz rico en fructosa, un endulzante usado en muchas comidas preempaquetadas, como los cereales y los refrescos.
Los investigadores examinaron a casi 250 adultos obesos y diabéticos que participaban en el estudio Look AHEAD. Se pidió a los participantes que calcularan la cantidad de fructosa que consumían.
También se midieron los niveles de ácido úrico de más de cien pacientes que participaron en un segundo estudio. Los investigadores midieron la diferencia en el contenido de trifosfato de adenosina hepática del hígado entre los pacientes con un consumo bajo de fructosa (de menos de 15 gramos al día) con el de los que tenían un consumo alto de fructosa (de más de 15 gramos al día).
El estudio reveló que los participantes con un consumo dietario alto de fructosa tenían niveles más bajos de trifosfato de adenosina hepática en el hígado al inicio del estudio, y un cambio más significativo en el trifosfato de adenosina hepática tras una prueba de fructosa. Los investigadores también anotaron que quienes tenían niveles altos de ácido úrico también tenían reservas más bajas de trifosfato de adenosina hepática tras una ingesta alta de fructosa.
Según sus hallazgos, los investigadores sugirieron que el ácido úrico, que es producido por la descomposición de sustancias alimentarias naturales conocidas como purinas, podría servir como un marcador de un mayor consumo de fructosa y unos niveles bajos de trifosfato de adenosina hepática en el hígado.
Un consumo alto de fructosa y unos niveles elevados de ácido úrico se asocian con un agotamiento más grave de el trifosfato de adenosina hepática en el hígado, los hallazgos sugieren que una mayor ingesta dietaria de glucosa puede afectar el equilibrio energético del hígado.
Fuente: Hepatology