Cada día nuestros riñones procesan alrededor de 200 litros de sangre, la depuran, ajustan su composición química a la adecuada para mantenerse sano, sintetizan y procesan hormonas, contribuyen a controlar la presión arterial, la producción de glóbulos rojos, la salud de los huesos, etc.
Si nuestros riñones pierden gradualmente su capacidad para funcionar, hablamos de enfermedad renal crónica, es silenciosa poco o nada sintomática por mucho tiempo.
1 de cada 10 adultos tiene alguna forma de enfermedad renal, además en las personas que tienen enfermedad renal crónica el riesgo de padecer problemas cardíacos y cerebrovasculares es diez veces mayor, además de otros problemas de salud cuya frecuencia se incrementa.
La enfermedad renal crónica se puede detectar precoz y fácilmente con análisis bioquímicos muy simples (creatinina en sangre, análisis de orina), una vez detectado el problema es posible detener la progresión. Muchas veces una enfermedad que puede producir falla renal crónica, si es precozmente diagnosticada, puede curarse, la detección precoz de la enfermedad renal crónica atenuará el sufrimiento, pérdida de calidad de vida, gastos en salud y tantos otros problemas.
Algunas estadísticas mundiales:
•El 90% de las personas que padecen enfermedad renal no lo saben
•El costo de la enfermedad renal terminal está aumentando en todo el mundo, ya que 1.5 millones de personas se mantienen con vida por medio de la diálisis crónica o el trasplante renal.
•La diabetes aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica en tres veces.
•Está proyectado que la diabetes aumentará en un 70% en 2025, llegando a afectar a 300 millones de personas. Los países en desarrollo serán los más severamente afectados por este aumento.
•La Organización Mundial de la Salud se propone reducir las muertes por enfermedades crónicas en un 2% por año en los próximos 10 años. La detección temprana y la prevención de la enfermedad renal crónica en los pacientes con factores de riesgo cardiovascular ayudarán a cumplir ese objetivo.