En el marco del Día Mundial de las Hepatitis que se celebra el día 28 de Julio, mediante la realización de diversas actividades se anuncia la aprobación de un nuevo fármaco que combinado con otros dos conforma una «triple terapia» que demuestra excelentes resultados en cuanto al incremento de la tasa de curación en las personas infectadas con el genotipo 1 del virus de la hepatitis C, el más prevalente.
Si bien todos los virus de la hepatitis -es decir el A, B, C, D y E- representan un gran riesgo para la salud mundial, es la hepatitis C la que se lleva la peor parte, debido a que pese a que se trata de una enfermedad que tiene cura, su curso es silencioso, razón por la cual la mayoría de los infectados, no presenta síntomas hasta que finalmente se hace presente una cirrosis.
De hecho, esta complicación es la principal causa de trasplante hepático.
Los virus de la hepatitis B y C invaden al huésped y se quedan a vivir en él. La diferencia entre ambos es que el virus C es la única infección viral que con tratamiento se pude curar, esto quiere decir que se puede alcanzar la curación serológica absoluta y por ende el virus se va del cuerpo de la persona infectada.
No obstante, hay dos problemas principales: por un lado que esta infección que afecta aproximadamente al 3 % de la población mundial y provoca 12 mil muertes al año, tiene múltiples vías de contagio.
Por el otro, está la detección, si bien esto puede hacerse con una simple muestra de sangre, los anticuerpos se miden únicamente si un médico al solicitar análisis lo pide expresamente.
Si esto no ocurre y si la persona al no tener síntomas ni siquiera piensa en consultar al médico, pasan años hasta que una persona infectada advierte que tiene la enfermedad.
En la actualidad, entre las formas más frecuentes de contagio se cuentan la utilización de drogas intravenosas, la realización de tatuajes, el sexo entre hombres, la acupuntura y la utilización de dispositivos médicos no esterilizados.
Por su parte el contagio perinatal es menos frecuente, al igual que el provocado por el sexo entre hombres y mujeres.
Las personas que se relacionan con estos hábitos o conductas conforman las poblaciones en riesgo, junto con aquellas que se sometieron a transfusiones o trasplantes antes de 1992.
En ellos hay que ir a buscar la infección. ¿Cómo? llevando a cabo una política de screening según la cual toda persona reciba al menos una vez en su vida, un examen de anticuerpos de hepatitis.
Para esto, hay que seguir trabajando en la capacitación de los médicos, también concientizar a la población para que sean ellos los que al concurrir a la consulta pidan el análisis.
Esto es sumamente importante porque una vez detectada la enfermedad, sobre todo cuándo esto se hace en estadíos precoces, las posibilidades de curar la infección son mucho mayores.
En este sentido, el fármaco aprobado recientemente -telaprevir- en combinación con interferón pegilado alfa y ribavirina (las drogas utilizadas en la actualidad), demostró aumentar significativamente la tasa de curación, en comparación con las terapias estándar, pero además permite reducir a la mitad la duración de los tratamientos (24 vs 48 semanas), hecho que favorece la adherencia. La nueva droga es un antiviral de acción directa contra el genotipo 1 de la hepatitis C, el más frecuente.
El paradigma del tratamiento de la hepatitis C está cambiando radicalmente gracias al advenimiento de alternativas terapéuticas que atacan directamente el virus alojado en las células del hígado.