En un ensayo de laboratorio 44 hombres y mujeres, un equipo observó que quienes desayunaban mientras jugaban con la computadora terminaban comiendo más galletas a los 30 minutos que los que habían desayunado sin distracciones.
Los autores sostienen que los usuarios de computadora tenían un recuerdo más confuso de su desayuno y sentían menos saciedad que el otro grupo. Esto sugiere que las distracciones, como la televisión o la computadora, alteran nuestros recuerdos de la comida, lo que termina modificando el apetito.
Los recuerdos de las últimas comidas influyen en la cantidad de alimentos que ingerimos en la próxima comida, comenta Jeffrey M. Brunstrom, de la University of Bristol, en el Reino Unido.
Cuando nuestra memoria no es buena, en la próxima comida comeremos más. Sabemos por estudios previos que la distracción aumenta la cantidad de lo que ingerimos en una comida. En este estudio, usamos esa idea para demostrar que los efectos de la distracción se prolongan más allá de una comida. El estudio, publicado en American Journal of Clinical Nutrition, incluyó a 44 voluntarios divididos en dos grupos. Uno comió un desayuno fijo mientras jugaba un solitario con la computadora; el otro grupo ingirió la misma comida, pero sin distracciones.
A los 30 minutos del almuerzo, a ambos grupos se les realizó un «test de sabor» con galletas: podían probar la cantidad deseada. Además, se les pidió que recordaran los alimentos del desayuno y el orden en que se habían servido.
El equipo halló que el grupo que desayuno frente a la computadora ingirió unas 250 calorías con las galletas, mientras que el otro grupo consumió la mitad. Además, al primer grupo le costó mucho más recordar el orden de los alimentos y sintieron menos saciedad con el almuerzo.
Pero ¡ojo! Nunca te saltes el desayuno, porque eso puede repercutir negativamente en tu desempeño escolar o laboral
FUENTE: American Journal of Clinical Nutrition