De acuerdo con la V edición del Manual de diagnóstico y estadística de los trastornos mentales DSM-5, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad se caracteriza por impulsividad, distracción e hiperactividad que aparecen en la infancia, anteriormente se consideraba que el trastorno solo se presentaba en la infancia. Sin embargo, los estudios con seguimiento prolongado han revelado que del 40-60% de los niños con TDAH el trastorno persiste en la edad adulta.
La presentación del TDAH en los adultos es diferente de los niños, en parte debido a que disminuyen los síntomas de hiperactividad y persisten los de falta de atención.
En la transición de la niñez a la adultez, la disminución de la hiperactividad puede manifestarse como inquietud, mientras que la persistencia de la falta de atención puede manifestarse como dificultad para llevar a cabo las tareas (por ej., cumplir con las citas, cumplimiento de plazos, o centrarse en una sola tarea) y puede afectar funciones importantes en varios aspectos de la vida.
Las consecuencias en los adultos son las dificultades laborales y financieras (cambios frecuentes, desempleo y menor situación socioeconómica), los problemas interpersonales (mala adaptación social y problemas de pareja), coexistiendo trastornos psiquiátricos (como depresión y ansiedad). También hay mayor riesgo de abuso de sustancias.
En una muestra representativa de adultos de 18 a 44 años, el 5,4% de los hombres y el 3,2% de las mujeres cumplen con los criterios de TDAH.
El TDAH posee un componente genético importante, hereditario, de aproximadamente 0,8, lo que indica que los factores genéticos serían responsables de alrededor del 65% de la variancia fenotípica. Sin embargo, se han identificado solo uno pocos genes, principalmente en estudios de genes candidatos, y esos genes dan cuenta de solo el 3% de la variación fenotípica; los estudios de asociación del genoma no han identificado ninguna variante común adicional.
Los factores no genéticos también están asociados con el TDAH, diferentes estudios de observación han mostrado que el riesgo es doble o triple entre los hijos de madres que fumaron durante el embarazo y entre las personas que han estado expuestas al plomo en la niñez. Las personas con obesidad o diabetes y aquellos cuyas madres tuvieron esas enfermedades durante el embarazo también han mostrado mayor riesgo de padecer TDAH.
Lo nuevo del DSM-5 es la inclusión de ejemplos específicos de las manifestaciones del TDAH en los adultos, este cambio está basado en el reconocimiento de la naturaleza crónica del tratsorno y sus variadas manifestaciones a lo largo de toda la vida.
El diagnóstico del TDAH del adulto se ve complicado por la coexistencia común de trastornos psiquiátricos, más frecuentemente con trastornos por el uso de drogas ilegales, trastorno de ansiedad generalizado y trastornos del humor. Algunos trastornos psiquiátricos, como la depresión y el trastorno bipolar, y algunas enfermedades médicas, como la enfermedad tiroidea y los trastornos del sueño, pueden enmascarar los síntomas del TDAH, pero esos diagnósticos pueden descartarse confirmando que los síntomas estuvieron presentes durante la niñez, excepto en los casos en los cuales esos trastornos podrían haber pasado desapercibidos.
Para los adultos con TDAH se recomiendan intervenciones psicoterapéuticas. La evidencia más empírica de la eficacia comprende la terapia conductual cognitiva. Los estudios aleatorizados han mostrado que el entrenamiento de la conducta y las estrategias cognitivas para manejar los síntomas del TDAH (entrenamiento en el manejo del tiempo, priorización, organización, resolución de problemas, motivación y regulación emocional) da como resultado la reducción de los síntomas y la mejora el funcionamiento, independientemente de si los pacientes están medicados o no. Estas intervenciones suelen usarse junto con el tratamiento farmacológico.
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