Los efectos inmediatos de una exposición moderada a la radiación pueden incluir náuseas y vómitos, los que a menudo comienzan pocas horas después de la contaminación, seguidos de diarrea, dolor de cabeza y fiebre.
Algunos países vecinos de Japón han dicho que suspenderán sus importaciones de alimentos japoneses por temor a la radiación.
La radiación ionizante, tiene suficiente energía para ionizar la materia, es decir, interferir con su estado básico y, en el caso del organismo, interferir con el proceso de división celular.
Este tipo de radiación causa problemas graves que, después de la primera ronda de síntomas moderados, puede provocar un período breve sin enfermedad aparente. En ese lapso, sin embargo, pueden ocurrir lesiones potencialmente fatales en los órganos internos, principalmente estómago, intestino y la médula ósea, especialmente la producción de células sanguíneas.
La unidad que se utiliza para medir la dosis absorbida de radiación es el gray. Una exposición a una cantidad de radiación de cuatro grays puede provocar la muerte en la mitad de los adultos sanos afectados. En comparación, la terapia de radiación para tumores por lo general involucra varias dosis de entre uno y siete grays por dosis, pero éstas se administran de manera controlada y dirigidas a regiones u órganos específicos del cuerpo del paciente.
Existen medicamentos específicos para ayudar a reducir los perjuicios a órganos internos causados por las partículas radiactivas. Se trata de tabletas de yodo estable que evitan la absorción del iodo radioactivo.
La gravedad del daño causado a un individuo expuesto a la radiación dependerá del tiempo y del nivel de radiación que recibió.
Uno de los principales riesgos a largo plazo es el cáncer, porque la radiación puede trastornar el proceso de crecimiento y división de las células.
Además los daños que causa la radiación también pueden resultar en cambios o mutaciones del material genético de las células que potencialmente pueden pasar de una generación a otra.