Algunos estudios realizados a nivel mundial han asociado el comportamiento violento con una enzima de un gen del ADN que interviene en la metabolización de neurotransmisores cerebrales, como la serotonina y dopamina que están relacionados al estado de bienestar y placer en el individuo.
La violencia o agresividad es una conducta que se determina por actores genéticos, ambientales y socio culturales, afirma el investigador de la División de Genética del Centro de Investigación Biomédica de Occidente del IMSS en Jalisco, el Dr. Luis Figuera Villanueva.
Indica que algunos estudios realizados a nivel mundial han asociado el comportamiento violento con una enzima de un gen del ADN que interviene en la metabolización de neurotransmisores cerebrales, como la serotonina y dopamina que están relacionados al estado de bienestar y placer en el individuo.
Señala que la teoría es que al disminuir la producción de esta enzima denominada por sus siglas MA (Monoamina oxidasa) el individuo tiende a desarrollar una mayor agresividad, dicha variante genética puede ser aportada tanto por la madre como por el padre.
El experto considera que aunque esta situación no es exclusiva de algún género en particular, es conocido que los varones tienen mayor tendencia a conductas más violentas que las mujeres.
Esto puede estar asociado además con la producción de testosterona, hormona que en el hombre tiene el efecto de vigor y energía tanto sexual como a nivel del organismo.
De acuerdo con algunas referencias mundiales, los individuos portadores del gen inhibidor de la enzima Monoamina oxidasa metabolizadora de neurotransmisores, tienen una probabilidad del 12 al 20% de desarrollar comportamientos agresivos.
No obstante, dijo que el factor genético únicamente actúa al predisponer al individuo a la condición de agresividad, los detonantes son ambientales, es decir, si la persona proviene de una familia disfuncional o se encuentra expuesto a estrés o maltrato aumenta el riesgo de que replique conductas violentas.
El factor genético por sí sólo no es determinante para que una persona actúe de manera violenta, sino el resultado de una combinación con situaciones biológicas, ambientales y socioculturales.
A través de programas como JUVENIMSS se previene la violencia en los adolescentes al capacitarlos como promotores de la salud, esto con el objetivo de que repliquen la información obtenida en sus ámbitos de familia, escuela y sociedad.