La infección de la faringe o de las amígdalas, cuando se produce por la bacteria estreptococo beta hemolítico del grupo A, puede determinar mas tarde la aparición de fiebre reumática aguda, cuyas manifestaciones son: artralgias, nódulos sub cutaneos y eritema marginado.
La presentación de fiebre reumática en su fase aguda es de baja incidencia, debido a que muy frecuentemente estos pacientes no presentan molestias muy importantes y el proceso tiene una remisión espontánea luego de algunos días. Lo que mas frecuentemente se observa, con una incidencia muy importante, es la presentación de las secuelas de la fiebre reumática, bajo la forma de cardiopatía reumática crónica, con lesiones valvulares que afectan la válvula mitral, la válvula aórtica y la válvula tricúspide.
Las lesiones valvulares reumáticas, provocan una franca disminución de la capacidad de esfuerzo en las personas afectadas y posteriormente la aparición de manifestaciones de insuficiencia cardiaca congestiva y constituyen casi la tercera parte de las consultas al Cardiológo.
Para prevenir todo esto, en los niños y jóvenes que presentan infecciones recurrentes de las vías respiratorias altas, así como faringitis o amigdalitis, se debe realizar un cultivo de la faringe para detectar la presencia de estreptococos del grupo A. Para poder evitar este tipo de infecciones, es necesario que se efectúen campañas de educación tanto para los profesores, así como también para los padres de familia, para que estén atentos a detectar una infección de la oro-faringe, en esta población susceptible. De esta manera se puede, en los casos indicados, indicar penicilina, que permitir evitar el desarrollo del proceso auto inmune que es el que determina la aparición, muchos años después de las lesiones valvulares.
Cuando la válvula mitral esta afectada por una estenosis pura sin calcificaciones, es posible efectuar una valvuloplastia mitral con balón, que permite abrir la válvula mitral y de esta manera posponer en unos 6 a 10 años el reemplazo valvular.
En los otros casos en los que el compromiso es el de una doble lesión mitral o el de una insuficiencia predominante, es necesario referir al paciente al Servicio de Cirugía Torácica y Cardiovascular y recurrir a la cirugía para reparar la válvula o reemplazarla.
El daño provocado por la fiebre reumática permite que muy pocas veces se logre reparar la válvula mitral ya sea por que el resultado inmediato no es satisfactorio, o porque el resultado obtenido no se mantiene por mucho tiempo y hay que reoperar al paciente para implantarle una prótesis.
La válvula aórtica es también afectada por la cardiopatía reumática crónica. Aunque en menor frecuencia que la válvula mitral, se afecta con una lesión que determina una insuficiencia, una estenosis o una doble lesión valvular, que con el tiempo también necesariamente requerirá de un reemplazo valvular con una prótesis.
La válvula tricúspide puede afectarse en forma primaria por la fiebre reumática o también en forma secundaria a la hipertensión pulmonar que acompaña a la valvulopatía mitral. En estos casos se la puede reparar, pero a veces hay que reemplazarla por una prótesis.
Las prótesis valvulares que actualmente se emplean son de las más modernas, pero aún así y en ningún lugar del mundo existe el modelo perfecto. Siguen siendo “cuerpos extraños” para el organismo y aunque no existe el rechazo de las mismas, todas ellas o se deterioran muy rápido o requieren de una anticoagulación estricta de por vida y un cuidado especial para evitar que se infecten.