Ante las recientes situaciones vividas recientemente en la Ciudad de México, Guerrero, Oaxaca, no resulta extraño ver comportamientos atípicos emanar de la sociedad. En la televisión, radio y prensa hemos observado a diario conductas heroicas y muestras de valentía enfocadas al restablecimiento de ciudades que se han visto golpeada por la fuerza de la naturaleza.
Pero a medida que van pasando las horas y lentamente intentamos volver a la rutina, comienzan a aparecer ciertas conductas especiales que desconciertan a las personas y hacen aún más estresante, extraño y lento el regreso a la normalidad. Así cada vez se vuelve más común oír a las personas decir que tienen dificultades para dormir, falta de apetito, ahogos repentinos, un sentimiento de desesperanza súbito etc.
En el mundo de la Salud Mental Internacional se conoce esta condición como Trastorno de Estrés Postraumático.
Pero ¿qué es realmente este trastorno tan nombrado últimamente?
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) el Trastorno de Estrés Postraumático es definido como un estado de hiperactivación autonómico adrenérgico, que quiere decir de manera simple un aumento de la hormona conocida como adrenalina, lo que conlleva, entre otras cosas en un aceleramiento de la frecuencia cardíaca y la sudoración.
Este estado debe de producirse después de haber sufrido, presenciado o sabido, uno o más eventos caracterizados por muertes, amenazas o daños severos para la integridad física propia o de los demás y haber experimentado temor, desesperanza u horror intensos en relación con lo anterior.
Es entonces que, el acontecimiento traumático, es reexperimentado persistentemente a través de una o más de las siguientes formas:
1. Poseer recuerdos recurrentes e intrusivos. Aquí se incluyen imágenes, pensamientos y percepciones, que producen intenso malestar. (En niños pueden observarse juegos repetitivos con temas relacionados con el trauma).
2. Tener pesadillas relacionadas con el evento que producen una molestia persistente. (En niños pueden haber sueños atemorizantes sin contenidos reconocibles).
3. Actuar, como si o sentir que el evento se estuviera repitiendo, incluyendo la sensación de revivir la experiencia, incluso tener alucinaciones.
4. Tener intensos sentimientos de malestar al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o semejan un aspecto del evento traumático. Por ejemplo escuchar agua correr para personas que vivieron el tsunami puede producir gran ansiedad.
5. Todos los puntos anteriormente descritos pueden manifestarse en vez o con intensa reactividad fisiológica. (Con efectos corporales atípicos)
También suele pasar que las personas intenten evitar los estímulos relacionados con el trauma comportándose menos expresivos. En general estas características son expresadas por:
Realizar esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones asociadas con el trauma y actividades, lugares o personas que evocan recuerdos del mismo.
Mostrar incapacidad para recordar aspectos significativos del evento traumático.
Una disminución del interés o participación en actividades que antes del evento traumático fueran significativas.
Poseer sensaciones de desapego con las demás personas. (Mostrarse poco afectivos).
Expresar una sensación de acortamiento del futuro (por ejemplo no esperar volver a trabajar, continuar con la carrera o carecer de expectativas de vida normal).
Es muy importante tener presentes síntomas persistentes de hiperactivación que podrían presentarse en cualquier minuto como por ejemplo: insomnio, irritabilidad o explosiones de rabia, desconcentración, vigilancia extrema y sensibilidad aumentada a estímulos, sorpresa exagerada, sentimientos de culpa, etc.
¿Cómo ayudar a superar este trastorno? En primer lugar debemos dar cabida a la expresión emocional natural. Obligar a la expresión de los sentimientos o negarlos sólo agrava aun más el cuadro, es importante vivir el momento de acuerdo a las emociones que nazcan de cada una de las personas.
Volver a las rutinas diarias y darse espacios de autosatisfacción también puede ayudar a superar el trauma de manera más sana. Conversar y plantear un plan de acción a seguir, si el evento traumático (como un tsunami o un terremoto) se repitiera, otorga mayor tranquilidad tanto a adultos como niños.
Si los signos que se han descrito anteriormente se mantienen en el tiempo, es necesario buscar ayuda profesional para sobrellevar esta situación. El trabajo con un profesional externo puede ayudar a la superación de una situación tan dramática como la vivida, buscando la resiliencia que todos necesitamos.