¿Cómo se trata la Anorexia?

La anorexia generalmente comienza durante la adolescencia o a principios de la edad adulta y es más común en mujeres, aunque también se puede ver en hombres


Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) de la Sociedad Americana de Psiquiatría, los cuatro criterios diagnósticos principales de la anorexia nerviosa son:

Rechazo tajante a lograr y mantener un peso corporal igual o superior al valor mínimo normal considerado en función de la edad y la talla. Por lo general, el peso es inferior al 85% del mínimo correspondiente a la edad y talla.
Terror patológico a ganar peso y a convertirse en una persona obesa.
Alteración de la autopercepción del peso y silueta corporal, con exageración de su importancia en la capacidad de autoevaluación, y negación de los riesgos que supone un bajo peso corporal mantenido.
Amenorrea en mujeres pospuberales (desaparición de al menos tres ciclos menstruales).

Claves en el diagnóstico de la anorexia
La pérdida de peso significativa conseguida mediante la evitación de alimentos “que engorden”, y dos o más de los siguientes síntomas: vómitos autoinducidos, empleo de laxantes, ejercicio físico excesivo, uso de diuréticos o inhibidores del apetito.
El paciente se autoimpone un umbral de bajo peso no justificado.
Presencia de trastornos en el eje hipotálamo-hipofisario-gonadal que se manifiestan en el varón como falta de interés sexual e impotencia y, en la mujer, como amenorrea. Puede haber niveles elevados de GH y cortisol, anormalidades en la secreción de insulina, y cambios en el metabolismo periférico de la hormona tiroidea.
En caso de aparición prepuberal, el crecimiento se ve interrumpido, con falta o ausencia total del desarrollo de los pechos y aparición de amenorrea primaria en las niñas y, en el caso de los niños, los genitales permanecen juveniles.
Con la recuperación, estos síntomas se revierten y se continúa con el desarrollo normal de la pubertad, excepto por el retraso de la menarquia.

Una vez evaluados los parámetros diagnósticos descritos previamente, y descartadas otras patologías psiquiátricas y orgánicas, se procede al tratamiento y seguimiento del paciente. El proceso de tratamiento de la anorexia nerviosa es multidisciplinario, precisando una acción coordinada del médico familiar, psiquiatra, psicólogo, endocrinologo y ginecólogo. Los puntos principales del tratamiento son:

Modificación de los hábitos alimentarios del paciente: se precisa una “re-educación” del paciente en sus hábitos alimentarios. Para ello, se inicia con una dieta relativamente baja en calorías (1.000-1.500 calorías/día) y se va incrementando progresivamente hasta lograr cubrir las necesidades calóricas del paciente, respetando siempre el espacio personal para no presionarle, pero no permitiendo que coma a solas, y vigilando que haga las cinco comidas diarias fundamentales.
Control regular del peso: se deben detectar aumentos semanales de 250-500 gramos al pesar a la persona desnuda o en ropa interior.
Restricción del ejercicio físico: inicialmente se elimina por completo y se reintroduce progresivamente.

Terapia farmacológica: se centra principalmente en el componente depresivo y/o ansioso de la anorexia. Es un tratamiento individualizado y ceñido a los requerimientos y la situación psicológica del paciente.

Terapia psicológica: se emplea de forma aislada, o combinada, la terapia conductual, psicoanalítica, interpersonal y la de grupo.
El seguimiento del tratamiento se puede realizar de forma combinada entre el médico de cabecera y la unidad de salud mental. En caso de que el seguimiento ambulatorio haya fallado, y siempre que el paciente tenga un buen apoyo familiar, buena predisposición hacia el tratamiento y tolere la terapia en grupo, se puede intentar la terapia en hospitales de día, siendo una opción totalmente contraindicada si el paciente muestra tendencia al suicidio, abuso de sustancias o complicaciones médicas severas.

El paciente puede ser hospitalizado en caso de riesgo manifiesto para su vida, alteración psicológica muy grave (suicidio, otras alteraciones psiquiátricas), o si la situación familiar es muy desfavorable. Una vez iniciado el tratamiento el pronóstico es muy variable, aunque se consideran indicativos de buen pronóstico la capacidad de aceptación de la enfermedad por parte del paciente, la aparición y diagnóstico a corto plazo de la enfermedad, un buen apoyo familiar, y la ausencia de antecedentes psiquiátricos en la familia.

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