Investigadores de la UCLA señalan que si desea ayudar a los niños a desarrollar habilidades del habla y del lenguaje, escuchar lo que tienen que decir es tan importante como hablarles.
El efecto de una conversación bidireccional entre un niño y un adulto es casi 6 veces mayor que el efecto de una conversación unidireccional de un adulto, hallaron los investigadores. Los resultados del estudio aparecen en la edición de la revista Pediatrics.
Los adultos que le hablan a los niños ayudan a desarrollar su lenguaje, pero lo que más importa es la interacción, aseguró el autor principal del estudio el Dr. Frederick Zimmerman, profesor asociado de la Facultad de salud pública de la Universidad de California en Los Ángeles. Lo que el niño dice es una parte importante de lo que lleva al desarrollo del lenguaje. Mientras más hable un niño, más se refuerza su conocimiento.
Un estudio que aparece en la edición de Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine encontró que por cada hora adicional de televisión, los niños pequeños escuchaban 770 palabras menos de un adulto. Y los bebés que veían televisión vocalizaban menos cuando les hablaban los adultos.
En el estudio de la UCLA participaron 275 familias cuyos hijos tenían entre 2 y 48 meses de edad. Representaban una variedad de ingresos y nivel educativo. La mayoría de las familias estudiadas pertenecían a varios grupos étnicos.
Los padres registraron el día completo de un niño, desde la hora en que se levantaba hasta la hora en que se iba a la cama por la noche. Cada familia suministró aproximadamente registros de cinco días completos a lo largo del periodo de seis meses que duró el estudio. Además, 71 de las familias continuaron en el estudio por 18 meses más.
Los investigadores encontraron que, en un día promedio, los niños oían cerca de 13 mil palabras habladas por parte de los adultos y participaban en casi 400 conversaciones entre adulto y niño al día.
Cuando se evaluaron por separado, los factores que fueron asociados de forma positiva con el desarrollo del lenguaje incluían 100 conversaciones adicionales al día y un incremento de mil palabras en el número de palabras habladas por los adultos y escuchadas por los niños. Lo único que destacó fue la conversación entre adultos y niños.
Mientras más hablaba e interactuaba un niño con un adulto, mejor idea tenían los padres del progreso del niño. Aunque en la mayoría de los casos se hace de forma inconsciente, los padres ofrecen retroalimentación y corrigen errores, también adaptan su lenguaje para la comprensión de los niños.
Este estudio apoya lo que se recomienda frecuentemente a las familias. Cuando hay una conversación, se practica la comunicación. Los niños pueden cometer errores y eso ayuda a que los padres tengan una idea de lo que percibe el niño, y por tanto ayuda a que esos errores se corrijan.
Los padres pueden aumentar el vocabulario de un niño al hablarle de lo que hacen en ese momento, por ejemplo, ‘te estoy poniendo tu pijama’. Dé a su hijo la oportunidad de hablar, mejor aún sin todas las demás interferencias del ambiente.
Si los padres pueden sacar algo de tiempo para entablar una conversación con sus hijos, quizá a la hora del baño o de la cena, será maravilloso.
Los adultos deben recordar que a veces resulta más rápido y fácil decirle a un niño lo que tiene que hacer, y que aunque bajar el ritmo es difícil, se trata de algo importante para el desarrollo de los niños. La conversación siempre debe ser de dos vías.