Albert Einstein decía que si un científico no había hecho alguna gran aportación a la ciencia antes de cumplir los 30 años ya no la haría nunca, él publicó su teoría de la relatividad cuando contaba con escasos 26 años y era un joven físico desconocido que trabajaba en la Oficina de Patentes de Berna. Otros destacados físicos de principios del siglo XX, como Werner Heisemberg, Paul Dirac o Wolfgang Pauli, hicieron sus grandes contribuciones cuando eran veinteañeros. Pero la imagen romántica del genio científico juvenil, por el paso del tiempo y la creciente complejidad de la ciencia, se ha desmoronado con un estudio sobre la dinámica de la creatividad en los premios Nobel.
El análisis histórico y biográfico de los 525 científicos galardonados con un Nobel de Física, Química o Medicina entre 1900 y 2008 revela que la edad promedio a la que un científico de primer nivel hace su gran descubrimiento se ha ido alargando con el tiempo y ahora está más próxima a los cincuenta años que a los treinta. Si en los primeros años del siglo XX el promedio era de 36,9 años para la Física, 36,1 para la Química y 37,6 para la Medicina, en los últimos 30 años ha pasado a un promedio de 50,3; 46,3 y 45, respectivamente.
El reciente estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por los Dres.Benjamin F. Jones y Bruce A. Weinberg, muestra que la relación entre edad y creatividad científica ha variado mucho más en función del tiempo que del área de conocimiento. Si antes de 1905, el 69% de los químicos, el 63% de los médicos y el 60% de los físicos tenían menos de 40 años cuando hicieron el hallazgo que les valió el Premio Nobel, e incluso un 20% de ellos tenían menos de 30 años, actualmente hacer una gran aportación científica antes de los 30 es realmente una excepción.
Los autores sugieren que la precocidad se ha dado en trabajos esencialmente teóricos, con un importante componente abstracto y deductivo, y que la edad en la que se hace alguna contribución relevante tiende a alargarse por la acumulación de conocimientos. Para hacer una innovación hay que superar primero la difícil tarea de dominar el campo de conocimiento, como concluía el gran experto en el estudio del genio y la creatividad Mihaly Csikszentmihalyi, tras estudiar la vida y la obra de casi un centenar de creadores contemporáneos.
La fórmula de la creatividad no es, desde luego, una fórmula matemática. La innovación es tan polifácetica como la inteligencia humana. Por eso es tan difícil de definir y estudiar. El mito romántico del genio (juvenil) ha distorsionado el concepto de creatividad, una capacidad que es intrínsecamente humana y que necesita ser entrenada como cualquier otra capacidad. Se puede ser creativo de muchas maneras, en muchos ámbitos y más allá de la juventud. La creatividad científica es, sin duda, muy exigente, pero ¿acaso la artística o, sin ir más lejos, la clínica lo es menos? Para ser un buen médico hay que dominar el propio campo y ser además capaz de desplegar una imaginación comprensiva y empática que exige años y años de pasión y entrenamiento.